viernes, julio 27, 2007

Reflexiones Peruanas Nº 156: Turistas en un país convulsionado

Desde Australia, Francia o Israel, en los últimos días llegan miles de cancelaciones a las agencias de turismo por parte de quienes prefieren postergar sus visitas al Perú para un tiempo en que no tengan que afrontar un bloqueo de carreteras o una nube de gases lacrimógenos.

Ahora bien, las protestas en nuestro país no son realmente novedosas, al punto que la edición del 2004 de la guía Lonely Planet recomendaba a los viajeros temas para conversar o meditar si se quedan bloqueados.

Un posible tema sería la paradoja de pasar unas espléndidas vacaciones en regiones de extrema pobreza. De hecho, resulta curioso que lugares como Cusco o Puno tengan niveles de analfabetismo, mortalidad infantil o desnutrición muchísimo más elevados que departamentos poco visitados por turistas como Tacna o Junín.

En realidad, como sucede con la agroexportación o la minería, la actividad turística genera muy pocos beneficios a los habitantes de los lugares donde se desarrolla, sin contar quienes la conciben como un opulento enclave (1,500 dólares la noche en el Hotel Monasterio, 1300 en el Sanctuary Lodge de Macchu Picchu y 547 por el viaje en el vagón Hiram Bingham de Perú Rail) en medio de la miseria.

En las últimas semanas, regiones enteras se han visto paralizadas por diversas causas, desde la contaminación ambiental (en Puno y Piura) hasta el rechazo a un Presidente Regional (Federico Salas en Huancavelica) pasando por la eliminación de las exoneraciones tributarias (Ucayali, Loreto y San Martín) y el paro nacional de los días 11 y 12, especialmente contundente en la sierra y la selva. Sin embargo, estos conflictos son simplemente manifestaciones de un problema mayor: millones de personas se sienten excluidas sea por razones geográficas, económicas y raciales o simplemente por la incapacidad de las autoridades.

Para estas últimas, en realidad, la pobreza no parece ser un problema, sino que los pobres protesten de manera visible, rompiendo la mansedumbre y resignación que, al parecer, serían más convenientes para la imagen del país.

No necesariamente se protesta contra Alan García o contra el neoliberalismo (aunque éstos tienen cada vez menos adeptos), sino contra un abandono estructural. Las personas sienten que, si no toman plazas o carreteras, el gobierno, los medios de comunicación y los sectores medios limeños simplemente olvidarán sus padecimientos y hasta su propia existencia.

La única forma en que el Estado de Derecho se expresa en muchos lugares del Perú es mediante la represión y la combinación de indolencia y acciones represivas es la respuesta que reciben tanto los reclamos más justos, como la protesta por la contaminación del río Ramis en Puno, como las pretensiones de grupos de poder locales, como contrabandistas, madereros o importadores de ropa usada.

En los últimos días, algunas protestas parecen haber dado resultado: se transfirió el proyecto Chinecas a la región Ancash, se anunció el asfaltado de la carretera entre Andahuaylas y Ayacucho, la instalación de postas médicas en Apurímac, beneficios económicos a San Martín y medidas para enfrentar el alza del pan y la gasolina... pero ¿era necesario esperar a una convulsión social para tomar estas decisiones?

La indolencia del Estado tiene consecuencias muy graves, porque es el mejor caldo de cultivo para los líderes que promueven acciones violentas, sea porque creen en ellas o porque así esperan obtener mayor protagonismo. Además, el propio Estado termina generando desconfianza hacia los mecanismos democráticos, que parecen tan ineficaces.

Sin embargo, surgen percepciones aún más inquietantes. Recuerdo la primera vez que escuché decir a una dirigenta de Puerto Maldonado una frase que lamentablemente se repite:

-¡Hasta que no haya un muerto acá, nadie en Lima nos hará caso!

Resulta terrible la sensación que el Estado sea percibido como uno de esos cerros poderosos que en la cosmovisión andina exigen vidas humanas para aplacar su ira y otorgar un beneficio colectivo.

A eso se llega cuando el gobierno se enorgullece que Macchu Picchu sea elegido una de las nuevas Maravillas del Mundo, enfatizando cuán valioso es el legado de los antiguos peruanos... y muestra tanta indiferencia cuando los descendientes de los constructores enfrentan miseria, discriminación y explotación.

La meta para el Estado peruano no debería ser simplemente elevar el número de turistas, sino que las regiones que éstos recorren (y todas las zonas rurales), estén habitadas por campesinos con ingresos dignos, hospitales gratuitos y adecuadamente equipados. Dotar a los niños andinos de escuelas con calefacción y ómnibus escolares parecería bastante lógico a la mayoría de turistas, cuyos hijos disfrutan de estos beneficios. Sin embargo, las autoridades peruanas no parecen ni haber pensado en ello. A veces, parecen más lejos del Perú que la mayoría de turistas.




Además...

-La muerte del campesino Julían Altamirano por parte de la Policía Nacional en Andahuaylas ha sido la octava en lo que va del régimen de Alan García, dado que no existe certeza sobre el autor de la muerte de Isidro Llanos en Cajamarca. Con el Decreto Legislativo 982, que despenaliza las muertes de manifestantes, homicidios como éste quedarán impunes.

-Gracias a varios activistas y algunos medios de comunicación se ha logrado que varias municipalidades e Inrena tomen medidas estrictas contra el maltrato a los animales en circos. Sería bueno que se mostrara firmeza similar frente a la violencia familiar, la explotación a las trabajadoras del hogar y la integración de las personas con discapacidad.

-Todos los que tengan el apoyo de una trabajadora del hogar, no se olviden que corresponde pagarle su gratificación del mes de julio, que corresponde a medio sueldo.

-Desde el diario Correo continúan los insultos racistas de Andrés Bedoya Ugarteche hacia los habitantes de la Macrorregión Sur, los habitantes de Puno y Bolivia, la población aymara y el idioma quechua. Advertimos que su lectura puede herir la sensibilidad de muchos lectores.

-La huelga del SUTEP culminó, pero la mayoría de escolares no regresó a las clases, sino a patios y calles donde se les obligó a ensayar para los desfiles por Fiestas Patrias, como si no fuera prioritario recuperar el tiempo perdido.

-La empresa Backus y los fabricantes de pisco decidieron un código de ética en cuanto a la publicidad de bebidas alcohólicas. Resulta muy oportuno, porque, durante el último verano, casi todos los avisos de Backus en las playas omitían la advertencia legal sobre los excesos en el consumo de licor.

-El Festival Internacional de Cine presentará el premiado documental Tambogrande, de Ernesto Castillo y Stephanie Boyd, el 4 de agosto a las 11am en la Sala Roja del Centro Cultural de la PUCP. Igualmente, se podrá ver Lágrimas de Wayronco, de Xavier Urios y Jorge Meyer, sobre el período de violencia política, el 3 de agosto a las 5:15pm en la Sala Azul y al día siguiente a las 5:45pm en el Cineplanet Alcázar.

A propósito, resulta chocante el afiche de presentación del festival, donde todos los personajes disfrutan, menos el que tiene rasgos andinos, quien aparece relegado a vender humildemente caramelos. También, por segundo año consecutivo, el Festival no se presentará en el Cineplanet de Independencia.

-Hablando de los peligros de convertir en elitistas los fenómenos culturales, se abrió la sala del Museo de Oro en Larcomar, al prohibitivo precio de 20 soles, un detalle que pasó por alto el Presidente García durante la inauguración.

viernes, julio 20, 2007

Reflexiones Peruanas Nº 155: Vamos al Colegio. Año 2037

-¡José Gabriel, deja la computadora que ahora viene el ómnibus y no has tomado tu desayuno! –dijo su madre, mientras abría el microondas para sacar el jugo de naranja que ha calentado.

-¡Mamá, estoy a punto de ganarle a mi amigo del Tíbet!

-¡Déjalo en paz que sabes que a esta hora él se tiene que acostar!

José Gabriel desayunó apresurado, porque a los pocos momentos sonó el timbre, programado por su padre con la música de Viaje a las Estrellas.

Se envolvió en la casaca térmica que le habían comprado en el Saga Falabella de Sicuani, porque afuera hacía seis grados bajo cero. Se puso el gorro de alpaca y, después de despedirse de su mamá, corrió hacia el ómnibus.

-¿Allinllachu?- lo saludó el chofer, Richard Quispe. Cuando él nació, a comienzos de siglo, todavía estaban de moda los nombres en inglés entre los campesinos.

El ómnibus se detuvo para recoger a otros niños de sus casas en medio de la puna y enrumbó hacia la escuela.

En su salón, colgó su casaca en el perchero ubicado a una altura conveniente para niños de ocho años. En medio de todos los rostros andinos de sus compañeros, resaltaban los dos niños blancos, que habían venido de Lima, en un programa de intercambio, para mejorar su quechua y aprovechar para ver el sol por dos o tres meses.

La primera clase era sobre historia del Perú. Hablando en quechua, la maestra recordó a los niños su tarea:

-¿Averiguaron cómo era la vida en tiempos de sus papás?

-Mi mamá dice que en esa época no había calefacción –señaló José Gabriel.

-Tampoco luz eléctrica ni energía solar –dijo Kusi, su compañera de carpeta.

-Ni había baños en las casas –agregó Cahuide.

-¡Ni camión de basura! –señaló Ollanta.

-¡Qué asco! –exclamó la pequeña Chaska, con una expresión tan aterrada que todos los demás soltaron una carcajada.

-Es verdad, niños –explicó la profesora -. La vida era muy difícil para los campesinos entonces, pero ¿todos los peruanos la pasaban tan mal?

-Claro que no -señaló Inti, el más estudioso de la clase -. En las ciudades de la costa la gente vivía mucho mejor. Algunos tenían hasta empleadas serranas a las cuales maltrataban.

-Ellas tenían que decirle a sus amos señor o joven y los trataban de usted- añadió José Gabriel, usando esas palabras en castellano.

-Yo visité el Museo de la Segregación en Asia y era muy interesante –intervino Sinchi, uno de los niños limeños, pronunciando con cuidado los sonidos más difíciles del quechua– . Allí hacen que los visitantes se pongan unos mandiles para que sientan cómo trabajaban las empleadas del hogar en esa época.

Todos los niños se pusieron a conversar sobre la última vez que habían ido a veranear a Asia, Camaná o Paracas, hasta que la profesora les invocó a prestar atención:

-¿Y les contaron sus papás cómo eran las escuelas estatales?

-No había agua caliente ni papel higiénico en los baños -declaró Ollanta.

-A veces ni había baños -precisó Ayar.

-Mis papás dicen que tenían que caminar varias horas para llegar al colegio, pero debe ser mentira. ¡Se habrían muerto con tanto frío! -exclamó Huáscar.

-¡Mis papás también dicen eso! -agregó Kusi -¿Verdad que no había ómnibus escolar?

-¡Qué tontos! En lugar de caminar se hubieran quedado en casa a estudiar por internet –indicó Cahuide.

-¡No había internet en las casas, pues! –exclamó con burla Inti y hubo otra risotada general.

-Una pregunta –dijo Micaela, la niña limeña-, en esa época había algo así como “escuelas privadas”, ¿qué era eso?

-Allí las personas pagaban para que sus hijos tuvieran educación –explicó la profesora –Bueno en esa época hasta se pagaba por las medicinas en los hospitales.

Siempre que llegaba a esa parte de la explicación, ella sabía que se produciría un silencio y los niños se quedarían todos boquiabiertos. Ninguno quería decir lo que todos estaban pensando. Poco a poco, fue Cahuide quien se atrevió:

-...Y si uno no tenía dinero, ¿entonces? –nadie contestó, porque todos habían comprendido.

-Lo que yo no entiendo –señala José Gabriel – es por qué en Lima derrochaban en construir fuentes y otras grandes obras y no les importaba que acá las personas se murieran de hambre o de frío.

-Señorita, ¿cómo cambió todo? -preguntó Kusi.

-¿Por qué ahora a todos nos tratan como seres humanos? -quiso saber Huáscar.

-¿Qué fue lo que pasó? –insistió Cahuide.

-¿Por qué llora? –preguntó Chaska, viendo que una lágrima se deslizaba por la mejilla de la profesora.

-Niños, lloro porque recuerdo todo lo que sufríamos sin que a nadie le importara.

O quizás la profesora lloraba porque ella y sus alumnos todavía son solamente parte de un cuento, que no se sabe cuándo podrá ser realidad.



-Además...

-El relato que ustedes han leído está dedicado a Michel Sarmiento, Miriam Calderón, Mirtha Vega, Jorge Vera, Pedro Hernández y los demás profesores detenidos arbitrariamente en la Comisaría de San Isidro, a quienes tuve que llevar agua y alimentos.

-Hablando de esa comisaría, agradecemos a la doctora Eugenia Fernán y a los demás comisionados de la Defensoría del Pueblo, que lograron evitar los abusos contra los profesores arbitrariamente detenidos, golpeados y privados de poder contactarse con sus abogados. El papel del Ministerio Público fue vergonzoso.

-En el Hospital Rebagliati falleció la profesora Herminia Herrera, según los dirigentes del Sutep, debido a las heridas ocasionadas por una golpiza propinada por la Policía Nacional.

-Hablando de víctimas de la conmoción social, la semana pasada, en Satipo falleció Alcides Huamaní, a consecuencia de los disparos de un comerciante que intentaba defender su ferretería de una turba y en Abancay, la niña Janet Sánchez de 13 años, a quien impactó un tronco en la cabeza, aparentemente arrojado por un maestro del SUTEP en un enfrentamiento con la Policía Nacional. Luego de la muerte, 17 profesores fueron detenidos.

-Quienes por fin están en libertad son los campesinos de Totorococha (Cajamarca), que exigían a la empresa Yanacocha el pago de una deuda laboral. Varios de ellos sufrieron brutales golpizas por parte de los policías. En Ica, aún sigue preso el dirigente minero Rony Cueto, enfrentado a Shougang.

-Al parecer, gracias a la intervención de SUNAT, Máncora ha dejado de ser un paraíso de evasión fiscal. La mayoría de locales entregan ahora facturas y boletas.

Reflexiones Peruanas Nº 154:... Y después de la clausura, ¿qué sigue?

-Mira, yo no te voy a recibir nada, porque soy racista.

Quien así hablaba con disgusto era un individuo alto y gordo, de cabello castaño y mejillas sonrosadas, a quien yo le estaba ofreciendo la Ley de Trabajadoras del Hogar a la salida del Wong del Ovalo Gutiérrez. En un primer momento sus palabras me desconcertaron, pero luego me di cuenta que estaba viendo mi polo con la leyenda Basta de Racismo.

Se marchó altivo hacia el estacionamiento, llevando de la mano a su hijo de unos ocho años, mientras otras activistas exclamaban:

-¡Pobre niño! ¿Con qué valores estará creciendo?

Lamentablemente no es el único que crece en un ambiente donde se fomenta el racismo. Semanas después de este incidente, una estudiante de la Universidad Católica me comentó:

-Cada vez que hablo sobre racismo en casa, me dicen: “Entonces, ¿con quién estás, con nosotros o con los cholos?”.

Otras personas pueden aún ser más agresivas. En octubre estábamos realizando un plantón frente al Café del Mar, cuando desde un vehículo que pasaba por la avenida Santa Cruz un grupo de jóvenes gritó:

-¡Malditos cholos! ¡Muéranse de una vez!

Minutos después, desde otro automóvil lanzaron una frase similar. Una amiga canadiense preguntó entonces a una mujer por qué se dirigía a un local que había sido multado por prácticas discriminatorias.

-Porque yo también soy racista –dijo ella, con desfachatez

Precisamente porque existen peruanos que se jactan de despreciar a la abrumadora mayoría de sus compatriotas, es tan importante que el viernes pasado, ante una nube de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión, los policías municipales de Miraflores hayan colocado en todas las puertas y paredes del Café del Mar los carteles que indicaban CLAUSURADO POR 60 DÍAS.

Por primera vez, las prácticas racistas en el Perú han generado una sanción efectiva, dado que las multas impuestas por Indecopi en los últimos años todavía no han sido pagadas, ni siquiera la que recibió la discoteca Aura en diciembre del 2004.

Además, en un país como el Perú, la clausura del Café del Mar es un precedente trascendental, porque existen personas convencidas que pueden usurpar playas, despedir trabajadores sindicalizados, contaminar ríos o atropellar ancianos en la Panamericana Sur, y que su poder y su dinero les permitirá eludir la ley. En este caso, ni las vinculaciones familiares de Rafael Osterling o Iván Kisik, ni los rumores respecto a que Claudio Pizarro era accionista del local disuadieron a Indecopi o a la Municipalidad de Miraflores a aplicar la sanción prevista.

La clausura constituye una severa advertencia, por ejemplo, para aquellos locales en el Cusco que impiden el ingreso a los peruanos y sólo aceptan turistas de rasgos europeos. Algunos, para que no quepa duda, se anuncian solamente en inglés o hebreo.

Sería muy oportuno que la Municipalidad Provincial del Cusco emitiera una ordenanza similar a la aprobada en Magdalena el año pasado, donde se dispone la cancelación de la licencia de funcionamiento a los locales discriminatorios. En realidad, estas mismas normas deberían existir en Miraflores, San Isidro, Barranco y Surco y otros distritos donde han venido funcionando locales segregacionistas.

Un área en la cual aún no se aplican las normas vigentes contra el racismo es el ámbito laboral. La Ley 26772 prohibe requisitos discriminatorios en las ofertas de empleo y, sin embargo, todavía hay algunas empresas que exigen “buena presencia”, felizmente muy pocas, como el Café Don Mamino o el Bowling de Larcomar.

Igualmente, desde el pasado octubre, el Ministerio de Trabajo ha incluido como infracción muy grave la discriminación por razón de raza, sexo, origen y cualquier otra índole en la contratación, capacitación y formación del personal (artículo 25.17 del Decreto Supremo 019-TR-2006). No tomaría mucho esfuerzo a los inspectores laborales comprobar, por ejemplo, que las agencias de publicidad contratan personal con criterios racistas.

En materia penal, a pesar que el artículo 323 del Código Penal sanciona con pena de prisión los actos discriminatorios, todavía no existen condenas sobre la materia.

Es posible que las denuncias se incrementen pronto: hace dos semanas organizamos un seminario con cincuenta abogados de todo el Perú para difundir las normas que sancionan el racismo. Las intervenciones del Director Nacional de Inspección de Trabajo, los representantes de Indecopi y la Defensoría del Pueblo y el penalista Yván Montoya ayudaron a tener mayor claridad sobre las conductas discriminatorias.

Naturalmente, antes que aplicar multas, clausurar locales y enviar racistas a prisión, sería importante insistir en sensibilizar a la población sobre el daño que el racismo genera al país... pero creo que, para quienes se jactan de ser racistas, sanciones como la aplicada al Café del Mar serán más efectivas que charlas o afiches sensibilizadores.

____________________________________________________________

Además...

-Según nos informan quienes lo han escuchado, las continuas expresiones ofensivas del periodista Philip Butters hacia futbolistas negros, peruanos y extranjeros, podrían implicar una denuncia por vulnerar el artículo 323 del Código Penal.

-Felicitamos al INEI por aceptar incluir en el próximo censo una serie de preguntas respecto al ejercicio de los derechos fundamentales, que permitirá saber exactametne cuántos son los peruanos indocumentados.

-Sin mayor despliegue mediático, las alzas en los comestibles han generado mucha preocupación a la población, especialmente a los más pobres.

-Hablando de la dura vida de los pobres, mientras más de 4,000 puneños han logrado atención médica gratuita en Bolivia, incluyendo intervenciones quirúrgicas, resulta escandaloso que en el Perú los hospitales públicos continúen cobrando a los pacientes por tratamientos, medicinas y hasta por “derecho de consulta”. En los hospitales peruanos no se perciben los grandes ingresos que viene recibiendo el Estado.

-Hablando de salud, el nuevo reglamento de ensayos médicos con seres humanos ha sido duramente cuestionado por médicos y congresistas, preocupados por la mayor vulnerabilidad de los ciudadanos.

-Gracias a la intervención de sindicatos españoles y organizaciones internacionales, los 70 trabajadores despedidos por Topy Top fueron repuestos a sus cargos y el sindicato fue reconocido (RP 153). En Casapalca en cambio se mantiene la frustración y lo mismo sucede con los trabajadores despedidos por la empresa agroexportadora Camposol ubicada en Virú, al sur de Trujillo, que empleó un grupo de delincuentes para atacar a balazos a los sindicalistas.

-Hablando de serios problemas laborales, continúan presos en Cajamarca los campesinos de Totorococha, por haberse enfrentado a la empresa Yanacocha y en una prisión iqueña el dirigente de Marcona Rony Cueto. Ante este panorama, es urgente aprobar la propuesta de la Ministra de Trabajo que retire las concesiones a las empresas mineras que cometan reiterados abusos laborales.

martes, julio 03, 2007

Reflexiones Peruanas 153: La Advertencia de Casapalca

El pasado miércoles 27 de junio, el conflicto de Casapalca generó su quinta víctima mortal: el policía Carlos Mariluz. Le impactó en la cabeza una pedrada lanzada por uno de los trabajadores que habían bloqueado la Carretera Central, en medio de una crisis donde se hace evidente la incapacidad del Estado para hacer cumplir sus propias normas.

Los obreros de Casapalca enfrentan un panorama desolador: jornadas de trabajo de hasta doce horas sin probar alimento, equipos averiados (desde botas hasta máscaras de oxígeno) y problemas de ventilación en los socavones. Casi todos, además, trabajan para services fantasmas creados por la empresa para evitar cualquier beneficio laboral. La empresa les descuenta a los trabajadores los alimentos que proporciona y de esta forma, ellos reciben mensualmente poco más de 300 soles.

Los trabajadores pernoctan hacinados en precarias habitaciones con techos de calamina, plástico y madera totalmente inadecuados para las difíciles condiciones climáticas y sin servicios adecuados de agua, desagüe y luz. “El desagüe no está cubierto y pasa al lado de los dormitorios y las aguas sucias llegan directamente al río”, informa Mar Pérez, de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, quien también comprobó como solamente tienen dos horas de luz eléctrica durante la noche.

Todo este panorama constituye una abierta violación a las condiciones laborales contempladas en la ley, lo cual hubiera debido implicar una severa sanción para la empresa desde hace varios años.

Hace unos meses, cansados de tanta explotación, los trabajadores se atrevieron a formar un sindicato, cosa que en el Perú es un caso de heroismo, porque no hay sindicatos ni en McDonald’s, ni en Topy Top ni en las ONGs. Como resultado, la empresa decidió despedir a los trabajadores afiliados, en una escandalosa maniobra que también debió haber sido sancionada.

Sucesivamente, la empresa Casapalca ha rehusado participar en las reuniones de conciliación convocadas por el Ministerio de Trabajo, evidenciando que no tiene ningún interés en un acuerdo con los trabajadores y tampoco fue sancionada por ello.

Para los obreros, después de varios meses de buscar una solución pacífica, bloquear la Carretera Central fue la única alternativa para llamar la atención sobre los abusos que padecen. Sin embargo, de esta manera quedaron afectadas miles de personas sin mayor relación con el conflicto. El primer bloqueo, realizado el 15 de junio, generó la muerte del niño Fermín García debido al frío, y del paciente Percy López, que era trasladado desde Pasco en una ambulancia hacia Lima. Ese mismo día, cuando la Policía Nacional pretendía disolver el bloqueo, fallecieron los trabajadores Oscar Fernández y Julio Raymundo, estando confirmado que, por lo menos el primero murió debido al impacto de perdigones y bombas lacrimógenas.

Todas las absurdas muertes de Casapalca deben investigarse y sancionarse, pero ninguna se hubiera producido si el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Energía y Minas y Osinergmin hubieran cumplido sus responsabilidades frente a los abusos de la empresa, que prefiere pagar carísimos avisos en los periódicos para exponer su posición, en lugar de usar ese dinero para que los trabajadores tengan aire limpio y botas decentes.

La crisis de Casapalca demuestra un serio problema de gobernabilidad, con autoridades que no pueden mostrarse firmes para garantizar derechos fundamentales ni siquiera a cuatro horas de Lima. En otros lugares, sin embargo, las autoridades favorecen abiertamente a los actores económicos: durante el mes de junio fueron encarcelados varios dirigentes de los trabajadores que protestaban contra las empresas Shougang y Yanacocha, cuyos niveles de malignidad parecen provenir de alguna indignante novela de Manuel Scorza.

El panorama social se viene enrareciendo, porque en la Amazonía, el Sur y otras regiones no se percibe ya el descontento de un sector, sino un malestar generalizado, como lo reflejan las recientes movilizaciones en Ucayali (ahora bajo Estado de Emergencia), Loreto, Puno, Arequipa, Tacna, Ancash, etc..

En tiempos de Alejandro Toledo, la alternativa frente a las protestas sociales fue cuadruplicar las penas para los bloqueos de carreteras, sin enfrentar los problemas de fondo. El régimen de Alan García viene demostrando la misma incapacidad: de poco sirve transferir millones de soles a gobiernos regionales y locales, si al mismo tiempo es casi imposible que éstos puedan combatir la desnutrición o el analfabetismo debido a la normatividad vigente.

El denominador común a estas protestas es la indignación de la población frente a un Estado que los trata como a los obreros de Casapalca, es decir, ciudadanos aparentemente predestinados a sufrir, de cuya existencia sólo se toma conciencia cuando toman una medida de fuerza.

Enfrentar el problema de Casapalca, obligando a la empresa a cumplir la ley y sancionándola por todas sus infracciones sería un signo que el Estado reconoce que todos los peruanos son seres humanos. De lo contrario, conflictos como éste terminarán haciéndose cada vez más graves y más comunes, pudiendo derivar la situación del país en inmanejable.

-----------------------------------------------------------------------------------------------

Además...

-Mientras los medios de comunicación se encontraban atareados con noticias que consideraban más relevantes, la semana pasada se reanudaron los mortales accidentes de carretera: nueve pasajeros de un ómnibus de Molina, que provenía de Ayacucho, cinco integrantes de un colegio que venían desde Canta y cinco trabajadores en la Carretera Panamericana en Piura… y entre sábado y domingo, 42 personas fallecidas.

-La Sala de Indecopi confirmó una nueva sanción contra el Café del Mar, que esta vez incluye disponer la clausura temporal del local por sesenta días. Se espera que la Municipalidad de Miraflores cumpla esta disposición que es la primera que se aplica en el país. Entretanto, Machasqa, otro local donde se han producido numerosos casos de racismo, ha sido clausurado por emitir exceso de ruidos molestos. Llama la atención que el principal accionista del Café del Mar sea el futbolista Claudio Pizarro, admirado por muchos peruanos a los que, sin embargo, se les impediría ingresar a su local. En años anteriores se informó que Pizarro era también accionista de la discoteca Aura, lo que revelaría una reiterada y lamentable opción por invertir en locales racistas.

-Nos solidarizamos con el dibujante Piero Quijano, cuyas obras fueron censuradas por integrantes del Ministerio de Defensa y del Instituto Nacional de Cultura y con Armando Williams, que ha renunciado por este motivo a la dirección de la Casa Museo José Carlos Mariátegui. Mas bien serían las funcionarias del INC quienes deberían renunciar.

-Nos solidarizamos también con el sociólogo Nelson Manrique, contra el que se ha emitido una absurda sentencia, acusándolo de difamar a Rafael Rey, al recordar que había numerosas firmas falsas en la inscripción de su movimiento Renovación.

-La activa participación de la empresa Doe Run en recientes eventos sobre Responsabilidad Social Empresarial, le ha hecho perder bastante seriedad al tema.

-La semana pasada, el Presidente Regional de Ancash, César Alvarez, anunció que el proyecto Chinecas, transferido al gobierno regional después de las protestas de abril, llevará el nombre de Marvin Gonzales, el joven agricultor muerto por las fuerzas policiales en esa ocasión.

-El plazo para presentarse al concurso de caricaturas sobre racismo organizado por la Universidad Científica del Sur y auspiciado por APRODEH ha sido ampliado hasta el 27 de julio.