lunes, mayo 27, 2019

RP 668: Un Terror sin Final

José Ignacio Palma (foto Facebook)

Hace unos días, la historia de José Ignacio Palma hizo evidente para muchos chilenos a cuántos excesos pueden llegarse en las redes sociales. 

El año pasado, José Ignacio era candidato a Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile (FEUC), y a pocas horas de las elecciones apareció en Facebook el testimonio anónimo de una chica que lo acusaba de agresión sexual.   Mucha gente sabía que era una acusación falsa, porque se aludía a una fiesta en la que José Ignacio había estado siempre al lado de su enamorada, pero sus rivales políticos difundieron el anónimo como parte de la campaña.  

Los colectivos feministas y las agrupaciones de izquierda declararon que José Ignacio era un violador y así empezó para él un hostigamiento violento y permanente en las redes sociales y también de manera directa, mediante insultos y agresiones.   Él tuvo que dar sus exámenes separado de sus compañeros para evitar actos violentos en su contra.  También personas ajenas a la universidad le escribían insultos y lo amenazaban a él y a su enamorada (acusada de “encubridora”)  

El 19 de mayo, por fin se reveló que el autor del anónimo había sido otro estudiante, Johnny Olate, quien buscaba vengarse por haber sido expulsado de la agrupación política de José Ignacio.   Éste ha señalado que denunciará penalmente a Olate, pidiendo una indemnización por el daño causado.   Él espera también que la UC disponga su expulsión.

Armando Vega Gil (Foto tvynovelas)

Otros casos tienen un desenlace fatal: en abril, se suicidó el rockero mexicano Armando Vega, después que en una página de Twitter “#MeTooMúsicosMexicanos apareció una denuncia anónima que lo acusaba de violar a una chica de 13 años.  Vega insistía en su inocencia, pero no podía enfrentar todo el odio que se estaba desencadenando en su contra: varias seguidoras de esa página insistían en que se matara.   Desesperado, escribió “más vale un final terrible que un terror sin final”.   Tras la muerte de Vega, la página de Twitter quedó desactivada y se generó un hondo cuestionamiento entre las feministas mexicanas.   También se suicidó en diciembre un muchacho argentino, Agustín Muñoz, activo participante en las marchas Ni Una Menos, por otra denuncia falsa de violación, que generó una terrible escalada de violencia.  Cuando la autora de la denuncia intentó retractarse, ya era demasiado tarde. 

En la PUCP también han originado violentas reacciones las acusaciones falsas de acoso o encubrimiento.   Un incidente similar al de la FEUC ocurrió en las últimas elecciones de la FEPUC, en que dos alumnas acusaron de agresor sexual a un candidato en las redes sociales.    No presentaron ninguna prueba, no hicieron ninguna denuncia a la Comisión contra el Acoso, pero sus publicaciones fueron compartidas por decenas de personas.   Como en el caso de José Ignacio, le cayó todo tipo de insultos a su agrupación política, acusándolos también de “encubridores”.   Aunque él renunció a su candidatura, la táctica tuvo resultado, porque su agrupación perdió.   

En casos de linchamiento mediático distintos del acoso sexual (un cliente racista, un inquilino moroso, un conductor prepotente), suele existir un elemento visual que despierta la ira, como un video.   Este elemento normalmente no existe en las denuncias de acoso sexual, pero sí está presente la convicción de que toda denuncia es cierta y que toda denunciante es una víctima que debe ser apoyada.  Dudar de la denuncia es ser cómplice del agresor; conceptos como presunción de inocencia y derecho de defensa quedan descartados y resulta moralmente válido castigar al acusado. 

Como saben mis amigos, desde noviembre yo también soy víctima de un prolongado linchamiento mediático: un grupo de alumnas me acusan de encubridor de acosadores.  Inclusive recientemente elaboraron un video en el cual varias estudiantes relatan relatan el falso testimonio de una víctima de acoso que llora en mi oficina y yo, lejos de conmoverme, bloqueo su denuncia para respaldar al agresor.

La acusación es absurda, porque el Defensor Universitario de la PUCP no puede bloquear una denuncia.   En otras Universidades, la Defensoría es el filtro que decide si las quejas por acoso van a ser procesadas, pero no es el caso de la PUCP, donde cualquier persona puede plantear directamente la denuncia.     Yo he apoyado a todas las víctimas de acoso que han llegado a mi oficina y he pedido conversar con quienes me difaman, pero se rehúsan a hacerlo.   

Como señala José Ignacio Palma en una reciente entrevista, las que más pierden en estos casos son las verdaderas víctimas de acoso sexual, porque con cada denuncia falsa, ellas pueden sentir que se dudará de su palabra si se animan a denunciar.   Eso deberían pensar quienes usan las redes sociales de manera irresponsable... y deberían pensar también en el terror sin final que imponen a personas inocentes y a sus familias.

miércoles, mayo 15, 2019

Matar un Ruiseñor en la PUCP



A comienzos de año, las situaciones que yo vivía en la Universidad, me hacían identificarme con Atticus, el abogado que protagoniza la novela Matar un Ruiseñor, de Harper Lee, por sus valientes esfuerzos para lograr la justicia en una situación que parece imposible, enemistándose con sus vecinos.  

Han pasado unos meses y mi amigo Máximo Kinast ha escrito este artículo donde, para él, yo no soy Atticus, sino otro personaje de la novela, Tom Robinson, quien es absurdamente condenado pese a que no existía ninguna prueba en su contra  (Wilfredo Ardito). 

MATAR UN RUISEÑOR EN LA PUCP

Máximo Kinast Avilés


Matar a un Ruiseñor es el título original de una novela de 1960, única obra de la escritora norteamericana Harper Lee y de un film de 1962 protagonizado por Gregory Peck.

Trata de la época de la Gran Depresión, en una población sureña. Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro, Tom Robinson, acusado sin pruebas de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del acusado resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible, basado en la palabra de una mujer blanca contra un negro, que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus, el ciudadano más respetable de la ciudad. 

En esa época, ante un acusado negro no se conocían los derechos humanos ni la presunción de inocencia, ni el debido proceso. Por eso, la muerte del acusado resulta tan absurda como matar un ruiseñor y el propio Atticus enfrenta el rechazo de sus vecinos por defenderlo. 

Pero este artículo trata de la PUCP, la mejor universidad del Perú, que resistió con éxito los ataques del nefasto Cipriani y poco después pasó por un mal momento debido a funcionarios poco éticos que aplicaban moras ilegales, en un escándalo que obligó a renunciar al anterior Rector.

Ahora la situación es diferente. Todo está bien en la mejor universidad del Perú y el nuevo Rector y las autoridades universitarias están felices de que todo siga así. 

Por supuesto que son falsos de falsedad absoluta los rumores que persisten actualmente sobre la situación de la PUCP. Para que quede claro lo absurdo de esas acusaciones vamos a mencionar los principales rumores falsos, falsamente citados en un falso desmentido:

1º Es falso de falsedad absoluta que en la PUCP existan alumnos con problemas de comportamiento. Los estudiantes de la PUCP son chicos de buenos sentimientos, que nunca vulneran las leyes ni los reglamentos internos. Tampoco tolerarían un abuso hacia otra persona, porque saben que está prohibido. 

2º Es falso de falsedad absoluta que en la PUCP se practique el linchamiento mediático en las redes sociales. Los alumnos de la PUCP se respetan mucho entre sí y jamás acusarían a una persona sin contrastar la información. Con mayor razón, los alumnos que forman parte de grupos políticos nunca usan Internet para difamar o calumniar y menos aun los que se consideran de izquierda.

3º Es falso de falsedad absoluta que en la PUCP existan grupos de feministas ultra fundamentalistas, para las cuales no existe el derecho a la presunción de inocencia, ni aceptan conceder un juicio justo ni respetan el debido proceso, cuando un hombre es acusado por una mujer. Es falso porque, si existieran, esos grupos habrían tenido que leer Matar a un Ruiseñor y sólo hay una versión en inglés en la biblioteca de la PUCP.

4° Es falso que entre los grupos feministas ultra fundamentalistas, que no existen, haya uno que haga sus denuncias en el estilo hitleriano, conforme a los principios de la propaganda nazi de Goebbels, mediante el uso de videos difamatorios. Se sabe que es falso, porque en tiempos de los nazis no existían videos y ellas los usan. Además todo el mundo puede ver que usan blusas rojas en sus videos y no camisas pardas, por tanto no son nazis.

5º Es falso de falsedad absoluta que en la PUCP existan profesores aterrados por la persecución y constante agresión que sufren de grupos de estudiantes enmascarados. Todos los profesores de la PUCP están dispuestos a declarar, bajo juramento, que jamás un grupo de estudiantes con el rostro cubierto ha irrumpido en la clase de ningún profesor. Esto es un infundio más contra la mejor universidad del Perú. También es otro infundio que se empleen las redes sociales para descalificar docentes o autoridades. 

6º Es de una total falsedad que la valiente y honesta labor del Defensor Universitario haya chocado contra los intereses de esos inexistentes grupos y otros aún peores, y es absolutamente falso y de falsedad absoluta, que la Asamblea Universitaria haya recibido las presiones de los grupos feministas ultra fundamentalistas, porque estos no existen y tampoco están en capacidad de presionar a nadie. 

7° Es falso que la Asamblea Universitaria, sin escuchar al Defensor, sin respetar el principio de presunción de inocencia o el debido proceso haya decidido pedirle la renuncia. Es falso porque esto no podría ocurrir en la mejor universidad del Perú, la primera en crear la Defensoría Universitaria

NOTA DEL AUTOR. Por fortuna todos esos rumores son falsos de falsedad absoluta, porque de lo contrario, en la PUCP, la mejor universidad del Perú, sesenta años después, se estaría escenificando una nueva versión de Matar a un Ruiseñor.