RP 497 PATRIOTISMO EN UN PAÍS SEGREGADO
En
los últimos días, con relación al fallo que debía dar la Corte de La Haya, los
medios de comunicación han estado llenos de alusiones al patriotismo.
Sin
embargo, a mi modo de ver, el verdadero patriotismo, es decir el amor por el país,
implicaría promover una sociedad donde todos tengan los mismos derechos y
oportunidades, especialmente los más olvidados. En cambio, la asociación que los peruanos
solemos hacer entre patriotismo y conflictos con los países limítrofes, genera
un excesivo protagonismo a los militares, pese a que muchos médicos, profesores
o ingenieros hacen bastante más por construir una sociedad mejor.
Hace
unos años, por ejemplo, después que se suscribió el Acuerdo de Paz con el
Ecuador, muchas personas protestaron durante varias semanas en Iquitos,
indignados por la entrega de Tiwintza. Lo
curioso es que las razones para protestar en Iquitos son numerosas: falta de
servicios básicos, centralismo limeño, trata de personas. Sin embargo, parecía que “la traición de
Tiwintza” era una afrenta más grave que todo lo anterior.
Me
parece que otro error frecuente en relación al patriotismo en el Perú es vincularlo
excesivamente a las competencias deportivas.
El deporte contribuye a la salud y a la autoestima, pero no creo que la
destreza deportiva se vincule necesariamente al amor por un país. Lamento especialmente cuando los errores de
un futbolista u otro deportista son considerados una muestra de su “falta de
compromiso con el Perú”. Además, es
posible que existan deportistas muy hábiles, pero con un comportamiento
cotidiano totalmente negativo. En el Perú carecemos de una mentalidad más
crítica respecto al deporte, como existe en Brasil, donde el propio Campeonato
Mundial de Fútbol está generando muchas protestas de quienes consideran que es
frívolo gastar en estadios cuando existen otras prioridades.
En
todo caso, uno de los graves peligros de la retórica patriótica es que los
gobiernos autoritarios y/o impopulares pueden emplearla para invocar la unidad
nacional y así convertir a los opositores en “traidores” o “enemigos de la patria”. Un
caso emblemático fue el último régimen militar en la Argentina frente al Mundial
de 1978 y la guerra de Las Malvinas.
En
el caso peruano, además, la gran contradicción es hablar de patriotismo en una
sociedad tan dividida por clase social, posición económica, rasgos físicos o lugar
de residencia. El fin de semana pasado,
visitando Ancón, me quedé perplejo cuando vi todos estos factores juntos en la
marcada separación que algunas familias han establecido, impidiendo el paso a
otros veraneantes por las playas o parte del malecón. La segregación era tan fuerte que parecía la
Sudáfrica anterior a Mandela o los Estados Unidos antes de Martin Luther
King.
¿Cómo
se puede hablar de unidad nacional cuando solamente ver que una persona de piel
oscura camina cerca de la playa produce a algunos peruanos un sentimiento de
odio visceral? De hecho, el rechazo es
tal que los segregacionistas ni siquiera se molestan en hablar con las personas
que desprecian: para eso contratan vigilantes.
Debemos precisar, además, que no vimos a ningún veraneante llevando
comida o mascotas a la playa.
Curiosamente, los únicos que bebían licor eran los usurpadores, que
tenían además empleados que les llevaban comida.
He
escuchado muchas expresiones contrarias a los chilenos en estos días, pero debo
decir que a mis amigos chilenos desconciertan mucho los odios internos entre
los peruanos.
-Me
gusta mucho tu país, pero es terrible lo mal que se tratan entre ustedes –me
dijo un estudiante que solía visitar Lima.
Una
anciana chilena me comentó:
-Yo
estaba en Arica en un encuentro de jóvenes y tenía una amiga peruana. Un día, llegó otra chica peruana, que tenía
sombrero y trenzas, como las indígenas de allá. Le dije a mi amiga para saludarla, pero ella
me dijo que no podía hablar con ella. Y
yo no lo podía creer.
Hace
unos años, en un avión escuché que conversaban un peruano y un chileno que
vivían en Madrid:
-He
visto muchos peruanos que se reúnen en el Parque del Retiro –decía el chileno
-. Allí comen cebiche, beben Inca Kola…
-Sí
lo sé –decía el peruano -, pero yo no puedo relacionarme con ellos. Soy abogado.
-¿Estás
hablando en serio? -preguntó el chileno,
también abogado, sorprendido.
En
pleno 2014 todavía estamos en el mismo país que aparece en el cortometraje Mana Riqsisqa (Desconocido), presentado
hace algunas semanas, sobre la Guerra del Pacífico. La película muestra los conflictos entre los
soldados peruanos en plena batalla de San Juan de Miraflores. “Nosotros estamos defendiendo Lima, ¿pero
acaso los limeños defenderían a nuestros pueblos?”, se pregunta uno de los
soldados que ha sido reclutado forzosamente en la Sierra.
Hablar
del patriotismo en el Perú será solamente una expresión retórica, hasta que el
Estado no se decida a enfrentar el racismo y las brechas sociales.
Etiquetas: Chile, Guerra con Chile, LA HAYA, patriotismo, playas, Racismo, segregación
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home