RP 466: Crónica de la Primera Entrega
La
vida en el Perú da muchas vueltas: cuando hace siete años, Antauro Humala fue
detenido tras tomar la comisaría de Andahuaylas, era difícil imaginar que, poco
después, el retrato de su hermano Ollanta se encontraría allí mismo, en calidad
de Presidente.
En
mi caso, en ese momento a mí tampoco se me hubiera ocurrido que visitaría esa
misma comisaría para distribuir el Manual para el Empleo del Quechua en las
Comisarías, que elaboré con Gavina Córdova.
Menos aún me hubiera imaginado que el policía que hacía de maestro de
ceremonias, daría la bienvenida y presentaría a los invitados de la PUCP hablando
en perfecto quechua, inclusive diciendo amachaq en
lugar de abogado y otras expresiones más complejas para sociolingüista y
antropólogo.
Han sido días muy intensos recorriendo diversas ciudades de
Apurímac con mis colegas, para entregar los manuales y compartir los resultados
de nuestra investigación con autoridades, funcionarios y maestros. Como sucedió en la comisaría, he notado que muchos
apurimeños han perdido la timidez respecto a ser escuchados en quechua. Por ejemplo, después de nuestra primera
presentación en el Gobierno Regional de Abancay, unas quince alumnas del
colegio estatal Aurora Inés de Tejada teatralizaron una poesía en quechua, con
una seguridad y soltura que hace pocos años hubiera sido inconcebible. Por su parte, los profesores del colegio
Tarpurisunchis me obsequiaron un diccionario escolar a todo color de quechua, con
las definiciones en ese idioma.
Luis Mujica siempre se dirigía a las personas en quechua y ya
no le contestaban en castellano como antes.
Inclusive los mozos del hotel de Abancay, a quienes conozco desde hace
más de 10 años y nunca les había escuchado una palabra en quechua, ahora
bromeaban con él en ese idioma.
La parte más arriesgada de nuestro recorrido fue el viaje a
Chuquibambilla, capital de la provincia de Grau, unida con Abancay por una
carretera angostísima, aunque bien asfaltada.
En el pueblo no había ni taxis ni mototaxis disponibles y me tocó subir
con los Manuales hasta la precaria comisaría, ubicada en una pequeña loma,
acompañado por un integrante del Serenazgo, que estaba muy contento haciendo
juegos de palabras en quechua. Una hora
después, hicimos la presentación de la investigación ante profesores y
estudiantes y todas sus intervenciones fueron en quechua.
Evidentemente,
al menos en los sectores urbanos, hablar quechua ya no es una confesión de
inferioridad, pero muchos campesinos todavía temen que si sus hijos hablan ese
idioma, no aprenderán bien castellano y serán discriminados.
De Chuquibambilla, retornamos a Abancay durante la noche, por
la estrecha carretera, con neblina y lluvia, pero afortunadamente sin mayores
contratiempos.
A la mañana siguiente, hicimos la entrega de los Manuales en
la Región Policial de Apurímac, lo que generó fotos en los periódicos, y acto seguido partimos hacia Andahuaylas, por
una carretera que desde hace años vienen anunciando que pronto será asfaltada.
En
Andahuaylas, curiosamente, encontramos nuevas formas de discriminación, esta
vez hacia quienes no escriben
“correctamente” el quechua, es decir según el alfabeto oficial que no incluye
letras como la e o la o (trivocálico).
-Una
no se atreve a escribir por temor a equivocarse –declaró una funcionaria
municipal.
-Yo en realidad no sé quechua –nos diría después el policía
que había dado el discurso de bienvenida en la comisaría–porque no sé
escribir.
Desde Andahuaylas, un patrullero nos llevó hasta la localidad
de Pacucha, a orillas de la laguna del mismo nombre, donde se encuentra la
Escuela de Policía de Apurímac.
Llegamos en pleno examen de admisión: más de setecientos jóvenes,
estaban postulando para ocupar una de las 170 plazas, debiendo pagar cada uno
275 soles.
Lo extraño para mí era que se exigiera a los postulantes presentarse
en terno oscuro y a las chicas en traje sastre, como si fueran a trabajar de
secretarias. La única excepción eran
quienes habían hecho el servicio militar, que tenían uniforme de
camuflaje. Toda esa vestimenta
contrastaba con las madres que los esperaban a la puerta usando polleras. Pensé que para muchas familias campesinas,
tener un hijo policía podía implicar la seguridad económica, en medio de tantas
incertidumbres.
El Director de la Escuela nos agradeció efusivamente la
entrega de los Manuales, pero nosotros le precisamos, que, si bien pueden ser
muy útiles para mejorar la atención a la población, sigue siendo necesario que
se evalué el manejo del quechua por parte de los futuros policías. De hecho, los cursos de quechua deberían ser
obligatorios en las Escuelas de Policía de Cusco, Apurímac, Huancavelica y
Ayacucho. De la misma manera, en todas
estas Escuelas sería lógico que el buen manejo del quechua diera mayores
puntajes para el ingreso, pero los exámenes, preparados por ESAN, no consideran
esta variable.
En las próximas semanas, el Manual será entregado a la
Policía Nacional en Ayacucho y Cusco, con el apoyo de la Defensoría del
Pueblo. Seguiremos informando.
Etiquetas: Abancay, acceso a la justicia, Andahuaylas, Apurímac, Chuquibambilla, Gavina Córdova, Policía Nacional, PUCP, quechua
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