RP 460: Si es blanco, seguro es racista
Desde
hace varios años, la Universidad del Pacífico viene estudiando la problemática
de la discriminación y el racismo en nuestro país, graficando cómo coexisten
con el crecimiento económico. Varios integrantes del Centro de
Investigaciones de dicha universidad han analizado los prejuicios étnicos,
clasistas y de género que existen entre los empresarios de clase alta. Se ha demostrado también que las personas de
apellidos andinos tienen menos posibilidades de acceder al empleo que quienes
tienen apellidos europeos.
Las
publicaciones de la Universidad del Pacífico exploran temas tan sensibles como
la discriminación en los servicios de salud hacia las mujeres indígenas, las
carencias en la educación que se brinda a los niños de las zonas rurales y los
problemas que tienen muchos peruanos para autocalificarse. Se ha analizado inclusive la complejidad del
racismo peruano, mostrando que la misma persona puede ser blanca en un contexto
y chola en otro. Ninguna otra entidad
académica en el país ha tenido una preocupación tan constante, con tanto rigor
académico.
-Sabemos
que el racismo existe, pero lo importante es pasar de las impresiones
subjetivas a graficar y cuantificar de qué manera está presente y cuáles son
sus consecuencias –me ha dicho varias veces Cynthia Sanborn, la directora del
Centro de Investigaciones.
Por
todo ello, me sorprendió mucho cuando la joven Yaqui Quispe, señaló hace unas
semanas que había sido víctima de
racismo en esa misma universidad.
Sé
perfectamente que en muchas entidades nacionales o internacionales que
oficialmente rechazan la discriminación en el Perú, algunos de sus integrantes
han incurrido en frases, comentarios o actitudes racistas, pero en este caso, la
señorita Quispe sostenía que, si no había ingresado a la Universidad del
Pacífico con la Beca 18, no había sido por desaprobar el examen de admisión…
sino porque toda la Universidad era una institución racista.
Lo
más grave es que muchas personas, sin mayor fundamento, comentaban que dicha
Universidad mantiene una política intencional de excluir a quienes son de la
sierra, tienen rasgos andinos o se apellidan Quispe.
El
hecho que tantas personas se pusieran a difundir este tipo de acusaciones, para
mí fue simplemente la expresión de prejuicios raciales: “como en esa
universidad estudian y enseñan muchos blancos, seguramente son racistas”.
En
el Perú, los prejuicios hacia los blancos son ambivalentes: se les percibe como
guapos, adinerados, mejor preparados, pero también se cree que son crueles,
arrogantes y racistas. Como ocurre con los demás prejuicios raciales,
quien los tiene cree que no es racista, sino que simplemente está describiendo
una realidad.
Estos
sucesos me han hecho recordar el linchamiento mediático que el año pasado sufrió
Celine Aguirre, después que su hijo tuvo un altercado con una mujer en un cine
de Chorrillos: sin prueba alguna, la actriz fue acusada de transmitir ideas
racistas a su hijo. Un linchamiento
similar enfrentó este año Claudia Dammert, una persona que dejó sus comodidades
limeñas para trabajar en la sierra de Ancash en promoción cultural, en tiempos
del terrorismo. Sin embargo, una
expresión en un programa de televisión sirvió para descalificarla como
racista. Días después le ocurrió lo
mismo a Susana Villarán, como parte de la campaña por la revocatoria.
El
racismo hacia los blancos se puede manifestar cuando la víctima puede parecer
más vulnerable, por ejemplo, el único niño blanco en un salón de clases. En ocasiones, además, se une al
antilimeñismo “Los profesores me
trataron intencionalmente mal, me humillaban”, cuenta una socióloga a su
regreso de Puno. El ser blanca, y
además limeña, la había descalificado por completo ante sus
interlocutores.
El
racismo hacia los blancos puede ser cruel e implacable porque está revestido
como una forma de justicia o de castigo.
No importa que la víctima no haya cometido ninguna acción racista. “Aunque sea una vez les arda a los
blanquiñosos lo que millones de discriminaciones diarias sufren los cobrizos de
este choleado país” escribió una persona hace unos días en La República,
comentando la burla que Carlos Cacho hizo sobre la forma de bailar de una
concursante.
Esta
conducta pretendidamente antirracista, es simplemente otra forma de racismo y el
racista está tan ofuscado que puede maltratar a niños, como le ocurrió a cuatro
alumnos del Colegio Newton (http://www.lainsignia.org/2006/octubre/ibe_041.htm) o al hijo de
Celine Aguirre, que inclusive fue golpeado por Miriam Gómez. Como sucede con otros “justicieros”, ella
fue presentada como heroína y víctima.
Hace algunas semanas, le sucedió lo mismo a las dos mujeres que tuvieron
un altercado con el Embajador del Ecuador en un supermercado Vivanda. En todas estas situaciones, la acusación de
racismo se emplea para descalificar a un adversario y para justificar la
violencia contra él.
Así
como es dañino negar la existencia del racismo, también lo es negar que el
racismo contra los blancos está muy presente… y que puede estar en el interior
de muchos de nosotros.
Etiquetas: discriminación, investigaciones, Racismo, racismo hacia los blancos, Universidad del Pacífico, Yaqui Quispe
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