RP 463: Mirándose al espejo
El
cabello de las mujeres negras… el tema del conversatorio, realizado hace dos
semanas, en el marco del Mes de la Cultura Afroperuana, podía parecer
secundario o anecdótico desde la concepción que algunas personas tienen sobre
la cultura. Sin embargo, la discusión
realizada en la PUCP terminó involucrando a todos los asistentes, porque nos
hacía pensar en cómo el entorno social genera que percibamos a nuestro propio
cuerpo.
Un
video elaborado por Sharún Gonzales, alumna de Comunicaciones, y una ponencia
de Claudia Reyes, estudiante de Antropología, mostraban la manera en que las
mujeres negras enfrentan tener un cabello diferente al de “las demás”.
“En
el colegio yo también quería tener cerquillo y no podía” recordaba una de las
entrevistadas. “Me frustraba que mi
cabello no se pudiera mover en el comercial de Pantene”, añadía otra.
Son
temas que quizás por ser muy íntimos y delicados, no se discuten normalmente al
abordar la problemática sobre el racismo, pero en realidad, si una persona es
discriminada por sus rasgos físicos, es comprensible que intente hacerlos menos
evidentes, para ser más aceptada o para lograr ascenso social: “Me lacié el
cabello”, dice una mujer entrevistada, “porque soy la imagen de la empresa y
tengo que lucir profesional”.
Recordé
que en otro evento, uno de los pocos actores negros peruanos comentaba:
-Uno
es más aceptado cuando escapa del estereotipo del negro, por ejemplo, si su
color es más claro o la nariz es más pequeña -, haciéndome pensar en la
expresión “negro fino”, que tiene una valoración positiva.
Resulta
interesante que, pese al racismo existente, los negros son considerados más
guapos que los andinos. “Las mujeres
andinas son consideradas asexuales, no atractivas”, comentó Rocío Muñoz, la
representante del Viceministerio de Interculturalidad.
-Por
eso en la sierra tantas mujeres de clase media se cortan el cabello, nada de
trenzas, de preferencia se lo ondulan (se hacen la permanente) y se lo tiñen
–replicó otra participante, proveniente del centro del país.
A
esto hay que añadir, evidentemente, la necesidad que experimentan de dejar la
vestimenta tradicional y, entre las más jóvenes, la preocupación por parecer
mucho más delgadas que sus madres o abuelas.
Un
cambio mucho más radical de apariencia es la presión que sufren muchos hombres
y mujeres para operarse la nariz aguileña.
“Le
cambiamos la vida a estos chicos”, me decía un médico que se dedica a estas
intervenciones quirúrgicas, explicando que muchas veces se operan antes de
postular a determinados trabajos.
No
se trata de casos individuales: la
presión social, impulsada por los medios de comunicación, se centra en la
población de rasgos considerados poco atractivos, mientras los blancos no
quieren parecer andinos o negros.
A
mí me pareció muy interesante que, siendo muy pocas, las integrantes de la asociación AFROPUCP hubieran
sido capaces de generar una discusión con tanta convocatoria… mientras en la
PUCP, como en cualquier otra universidad limeña de la actualidad, más del 50%
de los estudiantes tienen rasgos andinos, pero prefieren no hablar sobre sus
rasgos.
Debajo
de ese silencio subyace muchas veces la convicción de que es un problema
encontrarse lejos del estereotipo de belleza oficial. “Solamente cuando estuve en Europa pude darme cuenta que yo también era guapo”, me dice un
historiador. Una abogada tuvo una
experiencia similar: “Pese a lo que me
decían en Francia, me resistía a creerme guapa.
Es que en el Perú a una no le enseñan a sentirse hermosamente chola, por
el contrario, la programan para desear ser lo más distinta posible a como una
es… (¡a lo Barbie!). Desde mi
experiencia, la mejor forma de aprender la lección fue dejar que los no cholos
me descubrieran ante la verdadera belleza de mi piel cobriza, nariz aguileña y
ojos negrotes. Entonces, cuán poderosos
podemos llegar a ser, afirmados en lo que realmente somos, y cuánto podemos
transmitir de esa actitud a los cholos y cholas con quienes compartimos el día
a día... Yo creo que ya nos hace falta el "Día del Orgullo Cholo".
Lo
más interesante del conversatorio fue romper con la idea que la cultura está
solamente vinculada a bailes o música, y asociarla a vivencias más íntimas y
personales. Recordé cuántas veces,
paseando los domingos por el centro de Lima, he visto a los residentes de Puno o Cusco desfilar o bailar con orgullo
sus vistosos trajes. Me pregunto, ¿qué sucedería
si este orgullo se trasladase al propio cuerpo o las facciones? ¿O será que el énfasis en la vistosidad del
traje hace que la persona pase a segundo plano?
Muchas
veces he dicho que la principal lucha contra el racismo implica luchar contra
los propios prejuicios, aprender a quererse y aceptarse. A veces el peor racista puede ser uno mismo,
cuando termina interiorizando que vale menos por sus rasgos. Cabría preguntarse entonces qué ve cada peruano
cuando se mira al espejo.
Etiquetas: Afroperuanos, AFROPUCP, andinos, belleza, cabello, choledad, cholos, cuerpo, estética, negros, Racismo, Rocío Muñoz
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