lunes, julio 20, 2009

Reflexiones Peruanas Nº 261: Una charla en territorio gay

-¿Ustedes conocen personas heterosexuales? –pregunté.


Hubo un momento de desconcierto.


-¿Habrá heterosexuales en esta sala? –insistí.


-¡Nooo! –exclamaron varias personas-. ¡Esas cosas sólo suceden en Lima!


Me encontraba dando una charla sobre discriminación en el auditorio de la Municipalidad de Urubamba. Al lado de las sillas de plástico había varios fardos de frazadas que ayudarían a algunas familias campesinas a resistir un poco mejor el invierno.


Estábamos conversando con el personal de la Municipalidad sobre las razones más frecuentes de discriminación. Habíamos hablado de la edad, la clase social, el apellido (un problema muy visible en el Cusco) y algunos de los presentes mencionaron la discriminación por “opción sexual”, lo cual motivó mis preguntas sobre los heterosexuales.


Como casi todos los funcionarios insistían en que no había heterosexuales en Urubamba, comenté:


-Si me hubieran dicho eso antes, preparaba otro tipo de charla. Hasta el momento, la única ciudad conocida por eso era Sodoma.


Este tipo de anécdotas no sólo reflejan un desconocimiento de términos. Recuerdo a un profesor iqueño que, al encontrar que en un cuestionario se le preguntaba si tenía amigos heterosexuales, respondió que “no andaba con pervertidos”. Tanto él como los funcionarios de Urubamba confundían las palabras heterosexual con homosexual y asociaban esta última palabra a una conducta contraria a la moral.


Para mí, la moral tiene relación con la buena conducta de una persona. La orientación sexual no tiene mayor relevancia en ello, como tampoco la tienen el estado civil, la estatura o el lugar de origen… pero también es cierto que hace veinte años no pensaba de esta manera.


La mayoría de peruanos todavía vinculan la homosexualidad con prostitución, marginalidad y violencia. Creo que estos prejuicios estaban en la mente de varios funcionarios de la Dirección Regional de Educación de Apurímac, que el año pasado justificaban que un alumno homosexual fuera retirado del colegio. Yo tuve que hacerles ver que para un adolescente sin mayores posibilidades laborales, con frecuencia, la única salida termina siendo la prostitución. El colegio asume que se limpió de un “mal elemento”, sin asumir las consecuencias personales y sociales de su decisión.


El tratamiento que casi todos los medios de comunicación han dado a las violentas muertes de Alicia Delgado y Marco Antonio Gallego refuerza los prejuicios. No se analiza que nuestra sociedad empuja a muchos homosexuales a actuar en la clandestinidad, lo cual los hace más vulnerables al chantaje, a exponerse a situaciones peligrosas y a sufrir agresiones que normalmente no son denunciadas a tiempo por temor al escándalo o a la indiferencia de las autoridades, como le ocurrió al joven homosexual torturado en la comisaría de Casagrande el año pasado. De hecho, policías y serenos han sido con frecuencia sindicados por cometer violentas agresiones.


La sociedad peruana para los homosexuales como actividad aceptable ser peluqueros, siendo inconcebible que pretendan desarrollarse como médicos, policías o profesores de colegio. Esta última posibilidad crisparía los nervios de la mayoría de padres de familia. Hace unos meses, la película Milk quiso presentar ante el público estadounidense la mentalidad existente décadas atrás, mostrando como en los años setenta se pretendió infructuosamente retirar a los profesores homosexuales de las escuelas. Vista desde el Perú, parecía una película futurista.


Al día siguiente de la charla, el Alcalde de Urubamba firmó la Ordenanza que sanciona con la revocatoria de la licencia de funcionamiento a los locales que discriminen al público en Machupicchu, Yucay, Ollantaytambo y todo el Valle Sagrado. Es una norma muy positiva, dados los múltiples casos de maltrato a los turistas peruanos, bolivianos o ecuatorianos. La norma también dispone sanciones a los funcionarios discriminadores en la Municipalidad de Urubamba y las seis municipalidades distritales. Se presta especial atención a prohibir la discriminación por vestimenta y por indocumentación, que afecta especialmente a los campesinos.


Sin embargo, de todas las causales por discriminación, la Ordenanza de Urubamba omitió la orientación sexual, que desde febrero del año pasado ha aparecido en otras 18 Ordenanzas. No sabemos si fue un error involuntario o primó un criterio conservador En todo caso, la expresión “cualquier otra índole” permitiría argumentar que esta forma de discriminación también está prohibida en Urubamba, pero los activistas homosexuales sostienen que es importante que se haga explícita. La Ordenanza de Canchis (Sicuani) publicada a comienzos de julio, sí contempla esta causal.


Es posible que las generaciones más jóvenes tengan menos prejuicios. En el movimiento de derechos humanos y los círculos académicos, laborales o religiosos que frecuento, ha sido visible el cambio de mentalidad. Sin embargo, me parece que, como en otros problemas de discriminación, en este aspecto, el camino que todavía nos queda por recorrer será largo.

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