domingo, agosto 31, 2008

Reflexiones Peruanas Nº 214: El Pasajero de Terno Azul

Uno de los aspectos menos agradables de visitar el Cusco es la sensación de encontrarse en una sociedad segregada, donde los restaurantes, hoteles, tiendas y vehículos están destinados a las personas del lugar o a los turistas anglosajones. Inclusive, existen locales que impiden con cualquier pretexto ingresar a los peruanos y restaurantes que sólo tienen menú en inglés.



En ese ambiente, donde "cada uno sabe su lugar", el lunes pasado, cuando subí a un ómnibus en Ollantaytambo, todos los pasajeros dejaron de conversar. Eran hombres de baja estatura, rasgos andinos y piel curtida por el sol, que me miraban con curiosidad. Ataviado con mi terno azul, era evidente que yo no era turista, ni empleado de una agencia turística, ni habitante de algún pueblo del Valle Sagrado. Mi inusual atuendo se debía a que me dirigía al Ministerio Público de Urubamba a conocer la situación de una denuncia por discriminación.



Conversando con mi vecino de asiento, me enteré que los pasajeros eran portadores del Camino Inca, que alquilaban el ómnibus para que los llevara de regreso a sus comunidades, después de cuatro días cargando los bultos de los turistas. Aproveché la oportunidad para aprender a decir bien "Sumaqllana mikunayki" una expresión que me había empeñado en aprender durante el viaje.



Al llegar al terminal terrestre de Urubamba, pregunté por el Ministerio Público a una de las vendedoras. Le encargué mi mochila y me encaminé por las soleadas calles, varias de ellas flanqueadas por grandes y frondosos árboles.



La denuncia se refería a los sucesivos maltratos sufridos por un compositor ecuatoriano y su esposa peruana en el tren a Macchu Pichu, mientras los turistas anglosajones y europeos eran atendidos con una sumisión que llegaba al servilismo. Los agraviados estaban convencidos que no se trataba de uno o dos empleados racistas, sino de una política de la empresa, por lo que era Armando Pareja, Gerente General de Perú Rail, quien había sido denunciado.



La denuncia elaborada por Katya Pinedo, abogada de APRODEH, se basaba en el modelo preparado por Hugo Peñares, antiguo alumno mío en la Universidad, muy entendido en temas penales. En ella se muestra cómo Pareja tenía la obligación de prevenir y evitar que su personal incurriera en prácticas discriminatorias y se añadían diversos testimonios como prueba que se trataba de una conducta reiterada: familias separadas porque se impedía a los integrantes peruanos adquirir boletos en el vagón "para extranjeros", peruanos que habían adquirido el boleto pero se les impedía subir al vagón y el sonado caso de una joven herida en un accidente que sólo fue atendida cuando logró mostrar su pasaporte estadounidense.



Por mi propia experiencia puedo decir que en Perú Rail se ensañan tanto en maltratar a los pasajeros peruanos que un viaje en Soyuz parece un servicio de lujo. Con frecuencia, las promociones escolares, que han comprado boletos con meses de anticipación, deben viajar de pie, arrinconadas en los lugares donde los empleados les ordenan. Ni siquiera se permite a los peruanos usar los baños de las estaciones del ferrocarril, que están rodeadas de cercas y guardias como si fueran un campo de concentración.



Cuando llegué al Ministerio Público me señalaron que, diez días después de recibida nuestra denuncia, se había formulado la acusación fiscal. Me dirigí entonces al Juzgado Penal donde tardaron un poco en ubicar el expediente 166. Allí se señalaba que se había abierto instrucción contra Armando Pareja, con orden de comparecencia y una caución de 500 soles, así como había declarado a Perú Rail como tercero civilmente responsable. Perú Rail estaba obligada a revelar los nombres de los empleados involucrados y se procedería a tomar las declaraciones a Pareja, al ecuatoriano y su esposa.



Este precedente puede ser muy importante para que otras personas decidan denunciar otros casos de discriminación, sean por razones individuales o debido a la política deliberada de una empresa. Espero que cada vez más peruanos sepan que la discriminación es un delito y que no es una solución guardar silencio o intentar olvidar lo sucedido.



Muy emocionado, salí del Juzgado, sintiendo que el Fiscal y el Juez de Urubamba habían dado un importante paso en la lucha contra la discriminación en el Perú. Caminaba cerca del mercado, cuando escuché que alguien me llamaba. Era Moisés, el chofer que hace tres años me llevó a un curso, cuando todavía los colectivos del Valle Sagrado llevaban pasajeros en la maletera (RP 110). Le comenté que había escrito una RP sobre aquel viaje. Ese día, una nueva experiencia en el valle del Urubamba me motivaba a escribir otra.

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