RP 493 Las violentas "rondas urbanas"
Muchas personas
han quedado conmocionadas al ver a un grupo de “ronderos urbanos” azotar a las
trabajadoras de un club nocturno en Cajamarca, con el argumento que se trataba
de prostitutas. Semanas antes, cinco
médicos y tres enfermeras fueron azotados por otra “ronda urbana” en Cutervo,
por estar bailando en una discoteca.
En medio de la
confusión que normalmente existe respecto a la administración de justicia
comunitaria, había quienes creían que se trataba de “rondas campesinas” que
estarían buscando moralizar Cajamarca.
En realidad, las
“rondas urbanas” son un fenómeno relativamente nuevo: grupos de personas que,
ante el crecimiento de la delincuencia, declaran que pondrán orden sancionando
violentamente a los delincuentes. Sin
embargo, para ellos los delincuentes pueden ser personas ebrias, prostitutas,
homosexuales, adúlteros… o deudores.
Sí, porque cuando alguien tiene un deudor moroso puede llamar a la ronda
urbana para que golpee al remiso hasta que pague. Los
golpeadores, por supuesto, cobran una parte de la deuda.
En un caso
reciente, el deudor había pagado ya cuando la ronda lo golpeó brutalmente… y
luego los agresores reclamaron al acreedor su pago, porque “habían cumplido con
el trabajo”
Estos hechos
muestran que estas “rondas urbanas” poco tienen que ver con justicia o con
algún tipo de valor moral, aunque sí con el vacío de poder que puede existir en
varias ciudades del norte del Perú. De
un lado, la Policía se muestra muchas veces incapaz de enfrentar la creciente delincuencia,
pero la situación se complica porque muchos fiscales creen que su función es
archivar denuncias (no hay ningún error en lo que he escrito, pues inclusive es
una meta en algunas fiscalías), logrando de esta forma generar una sensación de
impunidad.
Las rondas
urbanas no tienen reconocimiento constitucional, legal o judicial. En la ciudad de Cajamarca cuentan sí con el
reconocimiento de la Municipalidad, que sin embargo, no es ningún aval para
golpear personas o administrar justicia. Lamentablemente, se han convertido en agrupaciones
tan violentas que los propios jueces, fiscales o policías tienen temor de ser
agredidos o también temor de que, si pretenden procesarlos, se les diga que
están impidiendo a los ciudadanos defenderse de la delincuencia. De hecho, un sector de la población, todavía
considera que los crímenes que cometen los ronderos urbanos se justifican
porque “la sociedad está corrompida” o porque “la gente no entiende de otra
manera”.
Lamentablemente,
creo que existe un sector de magistrados y fiscales que prefiere lavarse las
manos frente a estos hechos y también están quienes tienen una confusión con
las rondas campesinas y creen que se está ante una forma de justicia comunal,
producto de una “cultura diferente”.
Para algunos limeños, toda Cajamarca es una zona rural.
A diferencia de
las rondas campesinas, que tuvieron inicialmente la asesoría de la Iglesia
Católica para evitar situaciones violentas y buscaban solucionar los
conflictos, estas “rondas urbanas” solamente emplean la agresión física de
manera prepotente e irracional.
Es
indispensable, por lo tanto, la intervención de las autoridades para sancionar
los últimos hechos de violencia ocurridos en Cajamarca y Cutervo. Es fundamental también que las rondas campesinas,
las auténticas, se pronuncien al respecto, deslindando con los castigos físicos
que todavía suelen imponer.
Etiquetas: Cajamarca, Ministerio Público, rondas campesinas, tortura, violencia
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home