domingo, abril 26, 2009

RP 249: Hilaria Supa y Aldo Mariátegui

A comienzos de abril, invitado por la Congresista Hilaria Supa, estuve en el Cusco para hablar en un conversatorio sobre el Proyecto de Ley 2016 que ella ha presentado. Ese proyecto establece que no se podrá realizar actividades mineras o petroleras en tierras comunales si los campesinos y nativos no han dado su aprobación.


Naturalmente, este tipo de iniciativas convierten a la congresista Supa en un personaje incómodo para determinados sectores y yo creo que fue la razón por la cual el jueves pasado Aldo Mariátegui intentó desprestigiarla, mostrándola como una persona incompetente debido a las faltas ortográficas descubiertas en sus apuntes.


Seguramente Mariátegui supuso que este “destape” iba a generar mucho rechazo hacia la Congresista. En realidad, es él quien ha recibido el rechazo mayoritario de muchos peruanos, que ya se sentían indignados con sus ofensivas columnas donde un día se denigra a Ernesto De La Jara, otro a Magaly Solier y un tercero a Salomón Lerner. Mariátegui además ha insistido en mantener en el diario Correo al columnista Andrés Bedoya Ugarteche, personaje tan abiertamente racista que sostiene que bolivianos y puneños no son seres humanos.


En este caso, además, Mariátegui se burlaba de los apuntes personales de Hilaria Supa, ,sin tomar en cuenta que el castellano es su segunda lengua, que ella sólo pudo aprender a leer y escribir cuando ya era adulta y que una severa artritis le impide escribir con fluidez.


Lamentablemente, Mariátegui no es el único que hace escarnio de los millones de peruanos cuya lengua materna no es el castellano: muchos escolares y universitarios de origen andino que hablan con acento quechua son ridiculizados y tildados de “motosos” por sus compañeros y profesores. Sin embargo, si éstos oyeran a un francés o un alemán hablar con dificultad el castellano probablemente dirían “¡Qué bien se le entiende!”.


Mariátegui ahora sostiene que tenía la sana intención de promover que se exija título universitario a los congresistas. En realidad, ni es un requisito que la Constitución contemple, ni una trayectoria académica garantiza mejores consecuencias para el país, como podemos apreciar desde Fujimori hasta Martha Hildebrandt.


Aldo Mariátegui podría recordar que su insigne abuelo, José Carlos jamás fue a la Universidad, pero es evidente que no lo tiene como modelo ni como ejemplo. Toda comparación entre la revista Amauta y el diario Correo resulta penosa.


Al pretender excluir a los campesinos del Congreso, Mariátegui los ubica como ciudadanos de segunda categoría. Su argumentación, sin embargo, coincide con la actitud de quienes han convertido su formación profesional, en una causal para discriminar a sus compatriotas que tuvieron menos oportunidades. Personalmente, me molesta mucho cuando los títulos académicos se esgrimen con altivez, como si fueran títulos nobiliarios.


Un título no convierte a nadie en más sensible, más comprometido o más lúcido. Recuerdo bien que esto lo aprendí en 1986, en una parroquia de Carabayllo. Una noche, apoyaba un taller sobre derechos humanos y encontré que los jóvenes asistentes sabían mucho más de la realidad del Perú, del conflicto armado o de las políticas de Alan García que la mayoría de mis compañeros de la Universidad.


Desde entonces, con centenares de campesinos o nativos amazónicos, con Jueces de Paz o ronderos, he sentido que en las actividades de capacitación era yo quien realmente aprendía de personas que, sin mayor educación formal, tenían análisis mucho más profundos, porque partían de experiencias concretas. Hace poco, en un curso para jóvenes del Cono Este, le pregunté al participante que hacía las intervenciones precisas qué estudiaba.


-Nada. Vendo lapiceros en los micros –me contestó.


En todo caso, si la formación profesional es un privilegio en nuestro país, quien la ha obtenido tendría la responsabilidad de poner sus conocimientos al servicio de los demás.


En medio de este penoso incidente, ha sido muy positivo que el Congreso de la República haya condenado la conducta de Mariátegui, pero para que estos hechos no se repitan, sería necesario mejorar el tratamiento penal sobre la discriminación, incorporando el concepto de injuria racista o crímenes de odio. En el Ecuador, desde hace unas semanas, se sanciona con prisión a quienes por algún medio de comunicación inciten al odio o desprecio hacia una persona por su color, origen u otros factores. El Perú no podrá avanzar hacia una sociedad inclusiva mientras las agresiones racistas continúen con total impunidad.


Cuando uno conoce a Hilaria Supa, queda impresionado por su experiencia desde muy niña como trabajadora del hogar, sus años liderando el movimiento campesino, sus valientes denuncias de las esterilizaciones forzadas en tiempos de Fujimori. La víspera del conversatorio en el Cusco, ella, pese a sus problemas de salud, viajó a su comunidad para participar en la siembra de papas. Ante Hilaria Supa, realmente me siento muy pequeño y ningún título académico podría cambiar esta sensación.


Para conocer más sobre Hilaria Supa puede verse:


http://www.youtube.com/watch?v=hGfg20vffbc&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=u1gHQLxaasc

http://www.youtube.com/watch?v=sfohEAt-rjw&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=fckg9sOQwBA&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=SXI00IuZLng&feature=related


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4 Comments:

At 7:47 a. m., Anonymous Javicho said...

¡Cuánto desprecio por la soberanía popular la del diario Correo! En el fondo, lo que les molesta profundamente es que los peruanos más humildes elijan a sus representantes. Correo defiende los intereses de una clase que todavía se cree que el poder les pertenece por privilegio divino. Desde siempre, esto es desde la caída del antiguo régimen, cuando comenzaba la representación parlamentaria por voto popular, las aristocracias inventaron coartadas contra el voto universal. Un debate que se superó en las democracias occidentales durante el siglo XX. Pero Correo y su gente siguen sin enterarse que la legitimidad de un parlamentario proviene de obtener los votos necesarios. La señora Supa tiene ganado su escaño con votos y a partir de allí no hay nada que discutir.

Lo peor de Aldo Mariátegui y su periodicucho -además de su ignorancia de conceptos básicos de la teoría política, como la soberanía popular- es su desprecio por la diversidad cultural del país. Hace bien la señora Supa en denunciar al diario. Esperemos que la legislación peruana también empiece a incorporar las medidas antidiscriminatorias adoptadas por otros países.

Saludos,

 
At 8:10 a. m., Anonymous Anónimo said...

Es totalmente cierto el tema de la educación. Desgraciadamente se ha convertido en el último bastión de quienes quieren ocultar su racismo bajo algo más "políticamente correcto". Ya que no pueden ser abiertamente racistas se escudan bajo esas cuestiones (pobrecito, es que no tiene educación) utilizándolas finalmente para lograr lo mismo que harían si pudieran ser racistas "abiertos", tacharlos de inferiores y excluirlos de sus círculos.

Sobre la posibilidad de incorporar algo similar a lo que se ha hecho en Ecuador, si bien suena loable, en la realidad se presta más para abusar en contra de la libertad de prensa que para lograr cambios reales. Ese tipo de normas solo funcionan ahí donde son muy específicas y restringidas, sancionando únicamente a quienes no solo hacen un comentario racista por el medio que fuere, sino que en éste insitan a la violencia en contra del grupo mencionado. De otra manera, se presta como un arma de doble filo, bajo la cual Cipriani podría arremeter contra todo el que diga algo en contra de la iglesia católica. Un ejemplo ilustrativo de esto es lo sucedido en Inglaterra, donde se encarceló a un historiador por decir que el holocausto nunca había sucedio. Sus propios colegas historiadores fueron los que se quejaron y dijeorn que si los hubieran dejado, ellos podrían simplemente haber puesto en evidencia la ignorancia del primer historiador en un debate público. Por el contrario, este historiador se termina convirtiendo en mártir para los neo nazis de la región. Entonces, la ignorancia del racismo es mejor combatirla en el espacio público, con ridiculizaciones y debates (como busca hacer la Mesa contra el Racismo), donde todo el mundo pueda verlo, que bajo pena de cárcel, pena que puede prestarse para menguar nuestras libertades más que para protegerlas.

 
At 12:42 p. m., Anonymous Anónimo said...

De acuerdo con lo que dices en este tu post. Sugiero veas el artículo que sobre el particular publicó hoy Guillermo Giacosa en Perú 21

 
At 2:32 p. m., Blogger Unknown said...

Estimado Wilfredo:
Sigo tus artículos desde hace años y creo que son muy lúcidos y enriquecedores. Te invito a visitar mi blog, en cierta forma, insprirado por escritos como los tuyos:
www.insomniofertil.blogspot.com
César Romero

 

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