Reflexiones Peruanas 238: Sorry, no pude ir al gym, porque estoy full con el coaching
-¿Cómo digo sorry en castellano? –me preguntó hace unos años un estudiante de Virginia.
Pensando que él estudiaba en la Universidad Católica y vivía en San Borja le contesté:
-Oficialmente, debería decirse “disculpe” o “perdón”, pero lo que escucharás con más frecuencia será “sorry”.
En el castellano, como en todos los idiomas, son comunes los préstamos lingüísticos, especialmente para palabras que describen un concepto nuevo, como sauna, ballet o karate. A veces, se produce una ligera adaptación, como ha sucedido con gol o líder, al punto que derivados como goleada o liderazgo parecen términos totalmente castellanos.
Los peruanos también hemos castellanizado a nuestra manera algunas palabras foráneas, como chaufa, sánguche, queque o huachimán (estas dos últimas consideradas también modismos chilenos). A veces, la castellanización implica un cambio en el significado: del lunch (almuerzo) provino el lonche (o lonchecito por nuestra tendencia a los diminutivos), que se sirve cuatro o cinco horas después del almuerzo.
Sin embargo, el uso innecesario e indiscriminado de palabras como sorry refleja que para muchos peruanos el inglés es la “lengua de prestigio”. En realidad, expresiones como míster, brother o baby-shower se empleaban desde hace décadas, pero actualmente este fenómeno se ha hecho masivo, con el respaldo de los medios de comunicación y también de entidades educativas e instituciones estatales.
Un primer espacio para los términos en inglés es el habla coloquial, que en algunas personas está llena de expresiones como sorry, what!, happy o heavy. Conozco a una joven abogada que todos los días saluda a sus colegas gritando Hellooo! Al estudiante de Virginia le divertía escuchar cómo sus amigos peruanos cambiaban el significado de algunas palabras inglesas. Por ejemplo, full ya no quiere decir “lleno”, sino “ocupado” o “mucho”: full chamba, full gente… o inclusive full pintas: así hace unos años una amiga me describió una zona del país amenazada por los grupos subversivos.
De igual manera, en el ámbito comercial, muchas empresas peruanas creen que sus productos serán más atractivos si los disfrazan con palabras inglesas, desde el propio nombre, como Pardo’s Chicken o Topy Top. Si tiene alguna duda, entre en un peruanísimo Bembos y pensará que está en una clase de reforzamiento del Británico (salad, chicken, cheese, grill, junior, fingers, lemon, diet, royal, order, etcétera).
Cuando existe una obsesión por expresar en inglés conceptos como entrega (delivery), gimnasio (gym), servicio (service), efectivo (cash), limpio (clean), mostrador (counter), tarjeta (card) o seis (en sixpack, por ejemplo), se hace evidente un problema colectivo de autoestima. Usando dos peruanismos, podríamos calificar estas actitudes como bastantes poseras y huachafas, es decir, manifiestan la pretensión de aparentar ser superior hasta caer en el ridículo.
En este contexto, resulta comprensible que Nestlé, Huggies o Adidas prefieran mantener en ese idioma hasta sus lemas de campaña. Sin embargo, la globalización no es realmente la responsable: he visitado ciudades italianas o españolas llenas de turistas anglosajones, pero sin la asfixiante cantidad de letreros de postcards, laundry o free drink que se ve en Cusco o Arequipa. Por eso también en el Perú tantas personas jóvenes, y no tan jóvenes, procuran lucir en sus prendas de vestir frases o palabras en inglés.
Desde Monterrico hasta Ayacucho, muchos colegios caen en esta misma actitud, especialmente los que se dedican a niños pequeños (Nursery School, Happy Children, Daycare Center). No logro entender por qué razón, salvo formar estudiantes alienados, se exige además a los niños llamar a la profesora miss. Aún en ambientes académicos, está de moda decir paper en lugar de documento o PhD en lugar de doctorado. Igualmente, los portales de algunos reconocidos centros de formación de negocios están llenos de expresiones como MBA, chain supply, in house, coaching o marketing.
Muchas entidades académicas, incluyendo las instituciones estatales, suelen anunciar en sus eventos un coffee break (escrito de todas las formas posibles) en lugar de pausa, refrigerio, merienda o descanso. En la actualidad, además, break ya no se refiere a la pausa, sino la comida que se sirve durante ésta.
-¿A qué hora servimos el break? –consulta la secretaria de una ONG que organiza un evento sobre identidad cultural.
En ocasiones, se distorsiona el significado de las palabras porque se traduce automáticamente del inglés: la versión sencilla de un documento es llamada “amigable” (por friendly) y un funcionario de una ONG internacional se autodenomina “oficial” (por officer). También se altera la pronunciación de las letras, como ha sucedido con la G, que ya no suena como gato o gente: usted recordará cuántos amigos suyos dicen que tienen yímail.
Seguramente seguiremos importando términos del inglés para referirnos a nuevos conceptos, como la misma palabra internet, pero la fascinación de tantos peruanos hacia este idioma refleja un fuerte problema de autoestima colectiva y hace más difícil construir nuestra identidad. A ver si usted lo comenta con quiénes parecen haberse olvidado hasta cómo disculparse en castellano.
Pensando que él estudiaba en la Universidad Católica y vivía en San Borja le contesté:
-Oficialmente, debería decirse “disculpe” o “perdón”, pero lo que escucharás con más frecuencia será “sorry”.
En el castellano, como en todos los idiomas, son comunes los préstamos lingüísticos, especialmente para palabras que describen un concepto nuevo, como sauna, ballet o karate. A veces, se produce una ligera adaptación, como ha sucedido con gol o líder, al punto que derivados como goleada o liderazgo parecen términos totalmente castellanos.
Los peruanos también hemos castellanizado a nuestra manera algunas palabras foráneas, como chaufa, sánguche, queque o huachimán (estas dos últimas consideradas también modismos chilenos). A veces, la castellanización implica un cambio en el significado: del lunch (almuerzo) provino el lonche (o lonchecito por nuestra tendencia a los diminutivos), que se sirve cuatro o cinco horas después del almuerzo.
Sin embargo, el uso innecesario e indiscriminado de palabras como sorry refleja que para muchos peruanos el inglés es la “lengua de prestigio”. En realidad, expresiones como míster, brother o baby-shower se empleaban desde hace décadas, pero actualmente este fenómeno se ha hecho masivo, con el respaldo de los medios de comunicación y también de entidades educativas e instituciones estatales.
Un primer espacio para los términos en inglés es el habla coloquial, que en algunas personas está llena de expresiones como sorry, what!, happy o heavy. Conozco a una joven abogada que todos los días saluda a sus colegas gritando Hellooo! Al estudiante de Virginia le divertía escuchar cómo sus amigos peruanos cambiaban el significado de algunas palabras inglesas. Por ejemplo, full ya no quiere decir “lleno”, sino “ocupado” o “mucho”: full chamba, full gente… o inclusive full pintas: así hace unos años una amiga me describió una zona del país amenazada por los grupos subversivos.
De igual manera, en el ámbito comercial, muchas empresas peruanas creen que sus productos serán más atractivos si los disfrazan con palabras inglesas, desde el propio nombre, como Pardo’s Chicken o Topy Top. Si tiene alguna duda, entre en un peruanísimo Bembos y pensará que está en una clase de reforzamiento del Británico (salad, chicken, cheese, grill, junior, fingers, lemon, diet, royal, order, etcétera).
Cuando existe una obsesión por expresar en inglés conceptos como entrega (delivery), gimnasio (gym), servicio (service), efectivo (cash), limpio (clean), mostrador (counter), tarjeta (card) o seis (en sixpack, por ejemplo), se hace evidente un problema colectivo de autoestima. Usando dos peruanismos, podríamos calificar estas actitudes como bastantes poseras y huachafas, es decir, manifiestan la pretensión de aparentar ser superior hasta caer en el ridículo.
En este contexto, resulta comprensible que Nestlé, Huggies o Adidas prefieran mantener en ese idioma hasta sus lemas de campaña. Sin embargo, la globalización no es realmente la responsable: he visitado ciudades italianas o españolas llenas de turistas anglosajones, pero sin la asfixiante cantidad de letreros de postcards, laundry o free drink que se ve en Cusco o Arequipa. Por eso también en el Perú tantas personas jóvenes, y no tan jóvenes, procuran lucir en sus prendas de vestir frases o palabras en inglés.
Desde Monterrico hasta Ayacucho, muchos colegios caen en esta misma actitud, especialmente los que se dedican a niños pequeños (Nursery School, Happy Children, Daycare Center). No logro entender por qué razón, salvo formar estudiantes alienados, se exige además a los niños llamar a la profesora miss. Aún en ambientes académicos, está de moda decir paper en lugar de documento o PhD en lugar de doctorado. Igualmente, los portales de algunos reconocidos centros de formación de negocios están llenos de expresiones como MBA, chain supply, in house, coaching o marketing.
Muchas entidades académicas, incluyendo las instituciones estatales, suelen anunciar en sus eventos un coffee break (escrito de todas las formas posibles) en lugar de pausa, refrigerio, merienda o descanso. En la actualidad, además, break ya no se refiere a la pausa, sino la comida que se sirve durante ésta.
-¿A qué hora servimos el break? –consulta la secretaria de una ONG que organiza un evento sobre identidad cultural.
En ocasiones, se distorsiona el significado de las palabras porque se traduce automáticamente del inglés: la versión sencilla de un documento es llamada “amigable” (por friendly) y un funcionario de una ONG internacional se autodenomina “oficial” (por officer). También se altera la pronunciación de las letras, como ha sucedido con la G, que ya no suena como gato o gente: usted recordará cuántos amigos suyos dicen que tienen yímail.
Seguramente seguiremos importando términos del inglés para referirnos a nuevos conceptos, como la misma palabra internet, pero la fascinación de tantos peruanos hacia este idioma refleja un fuerte problema de autoestima colectiva y hace más difícil construir nuestra identidad. A ver si usted lo comenta con quiénes parecen haberse olvidado hasta cómo disculparse en castellano.
Etiquetas: alienación, anglofilia, huachafería
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