lunes, mayo 04, 2009

Aportes a la RP 249 sobre Hilaria Supa y Aldo Mariátegui

Creo que lo más chocante de la actitud de Mariátegui es la mezquindad con que juzga a quienes –como Hilaria Supa y tantos otros peruanos—han podido labrarse una vida a costa de su propio esfuerzo, y sin contar con apoyo del Perú oficial. Las críticas debían ir dirigidas hacia quienes niegan a la mayoría de los peruanos el acceso a la educación, al agua potable, a la salud integral, etc. En lugar de ello, se suma la injuria al agravio al llamarlos ignorantes, sucios y enfermos (Un psicólogo).


Es evidente que no se necesita estudiar en una universidad para tener criterio de vida, pero me preocupa que no sepamos como sociedad canalizar los méritos de quienes venden lapiceros y tienen capacidad de análisis, e incluso, de solución de las problemáticas nacionales. No me imagino un país gobernado por vendedores ambulantes, trabajadores de hogares, choferes de combis; pero sí un país gobernado por verdaderos líderes, aun cuando hayan salido de esas canteras (un abogado experto en temas laborales).


Detrás de la supuesta intención de Aldo Mariátegui de mejorar la calidad del Congreso está la de hacer de lado la voz de una parte de la población peruana (un abogado tributarista).


Considero indignante lo que Aldo Mariátegui propone. Los títulos universitarios no son más que documentos, papeles cuya tramitación se ahoga muchas veces en una burocracia diabólica. Tener un título universitario no puede ser un requisito obligatorio para quien quiere servir al Perú. Si la señora Hilaria Supa forma parte del Congreso no es por ser mujer, o por tener los ojos de color negro, o por llamarse Hilaria. Ella es congresista porque así lo han querido miles de personas que le dieron su voto. Un día Hilaria Supa decidió libremente que deseaba contribuir al bien de su país desde el Congreso. Igual mérito tienen los que trabajan en las calles de las ciudades, en la selva o en la montaña, en condiciones muy duras, para llevar comida a sus familias. Todas las personas de bien que desean tener un Perú fuerte se levantan cada mañana para manejar un taxi o un ómnibus, para hacer un mueble, para pintar las paredes de una casa, para dar electricidad a un edificio, para vender dulces o para ser maestros.


El Congreso existe para representar a todos los habitantes del Perú, que son mujeres, hombres, niños y niñas. La función del Congreso es levantar al país, sin excluir a nadie porque el país es de todos los peruanos y las peruanas. Hay millones de personas que no salen en televisión, ni escriben en los periódicos, ni juegan al fútbol, ni actúan en el cine. Esos millones de personas no son famosas pero son los verdaderos dueños del Perú. Han heredado la historia mágica de los Incas y ahora viven la historia real de sus propias vidas. Con ilusión, con amor, con esfuerzo, a veces con dolor. Pero siempre sintiendo que el Perú es una bendición. (Jorge Zani, abogado y policía español).

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