jueves, mayo 10, 2007

Reflexiones Peruanas 139: Cuando se Acaba la Resignación

-Aquí hay un caballero que conoce bien mi país, porque hasta fue asaltado allí.

De esta manera, una abogada sudafricana me presentaba hace unos meses a sus intelocutores durante una recepción en la embajada británica en Brasilia. Ella mostraba sus orígenes vistiendo un elegante sari: en Sudáfrica existe una importante comunidad india (erróneamente denominada hindú por nosotros), sobretodo en Durban, la ciudad donde se produjo la agresión y terminé participando en el juicio contra los asaltantes.

Mi experiencia personal llevó la conversación hacia los orígenes de la delincuencia:

-En Sudáfrica –explicaba la abogada-, se insiste en afirmar que la pobreza es la causa de toda la delincuencia que vivimos, pero siempre digo que eso es falso, porque en la India existe mucha pobreza y es un país muy seguro.

Sus palabras fueron corroboradas por un catedrático de Calcuta:

-Es verdad, la gente pobre de mi país es muy pacífica y aunque pasen hambre no recurren a la violencia.

Cuando parecía que se había descubierto la fórmula para lograr la convivencia armoniosa en una sociedad desigual, se escuchó la voz de un peruano aguafiestas:

-A mí me parece –señalé -, que mientras en la India muchas personas creen que la pobreza y la injusticia son situaciones naturales, en Sudáfrica la gente no piensa así y mas bien siente mucha rabia, que se deriva en la delincuencia.

Aunque normalmente, soy reacio a criticar las creencias religiosas de otros, yo sentía que una espiritualidad que predica resignación frente a la adversidad termina generando en los más afortunados insensibilidad frente al sufrimiento ajeno.

De hecho, cuando estudiaba en Inglaterra, era chocante la opulencia de algunos estudiantes indios. “La gente rica de la India disfruta mucho haciéndoselo saber a todos”, me explicaba mi amigo Sanjay, durante la suntuosa fiesta que una chica de Nueva Delhi organizó por su cumpleaños. Los manjares incluían unas galletas cubiertas de plata, enviadas desde la India por una tía.

-Sírvanse –insistía el padre de la cumpleañera y añadía –, la plata en la India es muy cara.

A veces, eran los indios quienes terminaban confundidos con las diferencias culturales. A la salida de una clase sobre tortura, Sanjay me confesó:

-Ustedes los occidentales tienen nociones muy extrañas sobre el sufrimiento. Para nosotros quien tortura a una persona, la está ayudando a purificarse.

En el Perú colonial, también se pensaba que las desigualdades sociales eran una situación natural, derivada de la voluntad de Dios, quien había dispuesto que los ricos se santificaran mediante actos benéficos, mientras a los pobres correspondía ser mansos y humildes, si querían obtener la felicidad eterna. Mientras en la India, la división de castas permitía determinar quién había nacido para mandar y quien para obedecer, en el Perú existía una diferencia de carácter racial.

En la actualidad, subsiste el racismo y la segregación evidente en playas y discotecas, pero los ricos de esta época ya no sienten las mismas exigencias morales o religiosas de actuar caritativamente hacia los más pobres, a quienes ahora perciben como seres viles y degradados.

El gran cambio de mentalidad se ha producido entre los pobres: a lo largo del siglo XX numerosos factores, desde la expansión de las vías de comunicación hasta la aparición de sindicatos, movimientos obreros y organizaciones campesinas, generaron que dejaran de percibir la injusticia social como un designio divino inmutable. Muchos buscaron, a través de la migración y la educación, mejorar su situación o la de sus hijos y también existían inquietudes por promover un cambio social, manifestadas en el respaldo a diversas alternativas políticas.

Actualmente, el escenario político muestra poco viable este cambio social, al menos a corto plazo, pero las alternativas individuales también parecen cerrarse. Por eso en los últimos cinco años ha emigrado una cantidad sin precedentes de peruanos. Quienes se quedan no parecen muy resignados al sufrimiento y las acciones de protesta se hacen frecuentes. Lamentablemente, el modelo económico agudiza los contrastes sociales, especialmente en aquellas regiones donde sólo una reducida minoría logra prosperar gracias a la agroexportación o la minería. No es casualidad que en esas mismas regiones también se esté incrementando la delincuencia.

¿Será tan difícil que las autoridades y los grupos de poder comprendan que millones de ciudadanos desean ser tomados en cuenta y no ignorados como miembros de una casta inferior? O quizás, en el fondo, les agradaría que los pobres aceptaran como una bendición divina la miseria y la injusticia. Si eso es lo que desean, se equivocaron de época o se equivocaron de país.



Además...

-La muerte del profesor Octavio Aquino Inga en Huachocolpa (Huancavelica) sería la primera ejecución extrajudicial por parte de las Fuerzas Armadas en más de ocho años.

-Al asesinato del periodista Miguel Pérez Julca, se unen las amenazas contra otros periodistas de Jaén: Ismael Burga, corresponsal de Ideele Radio, Walter Altamirano, de Radio Amajú y Juan Vásquez, corresponsal de América Televisión. Entretanto, la vivienda del periodista de Bagua Hermes Rivera fue atacada con un artefacto explosivo.

-La Corte Superior de Lima ratificó la sentencia impuesta por Indecopi al local Mamá América por prácticas discriminatorias en el Cusco. Esperamos que continúen los operativos contra locales racistas en esa ciudad.

-El número de obreros de construcción fallecidos en accidentes de trabajo se ha incrementado aceleradamente en los últimos años, debido a la falta de responsabilidad de muchos empleadores, incluyendo algunos tan respetables como el Banco de la Nación.

-Felicitamos a la Universidad Católica por sus 90 años de existencia y esperamos que cesen los cuestionamientos legales sobre su patrimonio, para que, sin mayores incertidumbres, continúe brindando una formación humanista y comprometida con las necesidades del país.

-Del 29 de marzo al 2 de abril a las 8pm son las últimas funciones de Iluminados, una obra dirigida por Aristóteles Picho sobre los efectos del racismo en un grupo de estudiantes universitarios. La dirección es Ignacio Merino 110, frente al Metro de Barranco. La entrada está a 20 soles (10 para estudiantes). Merece verla.

-Para este 30 de marzo es el Día de la Trabajadora del Hogar, quienes deseen escuchar una canción de salsa sobre los derechos de las trabajadoras del hogar, pueden solicitarla a Daniel Sumalavia (daniels@aprodeh.org.pe) o a Aldo Valencia de AGTR-La Casa de Panchita (aldo.valencia@gmail.com).

Etiquetas: