jueves, mayo 10, 2007

Reflexiones Peruanas 137 "Y usted, ¿no será también indígena?"

A fines del siglo XIX, el ingeniero alemán Hans Heinrich Bruning recorría Lambayeque, realizando estudios arqueológicos y tomando numerosas fotos de los habitantes y sus costumbres. Las fotografías se exhiben en el fascinante museo Bruning y lucen tan nítidas que podrían haber sido tomadas ayer. Las personas retratadas se parecen muchísimo a los lambayecanos del presente, pero actualmente nadie emplearía leyendas como “muchachos indios” o “indias de Monsefú”.

A muchos extranjeros, especialmente latinoamericanos, desconcierta cómo, en las últimas décadas, los peruanos hemos invisibilizado en nuestro inconsciente colectivo el marcado componente indígena de nuestro país, al punto que la mayoría, indígenas o no, preferimos evitar el término.

Un ejemplo cotidiano es la descripción que la televisión suele dar a un niño desaparecido, indicando que es de “raza mestiza”, para que los televidentes comprendan que se trata de alguien de marcados rasgos indígenas. Hace unos años, mientras llenaba un cuestionario para la EPS Novasalud encontré la indicación: Señale su raza, y cuatro opciones para marcar: blanco, mestizo, negro y oriental. Probablemente, los médicos que prepararon el cuestionario consideraban a los indígenas dentro del rubro mestizos.

Aunque en el Perú viven millones de mestizos, de ninguna manera esta categoría corresponde a toda la población. En primer lugar, especialmente en la costa, existen muchos peruanos que no tienen nada de mestizos, porque descienden de inmigrantes europeos o asiáticos. Sabemos también que los asháninkas o los aguarunas no son mestizos, sino indígenas, pero ¿son éstos los únicos indígenas?

Si, como indica el Convenio 169 de la OIT, entendemos que son indígenas los descendientes de los primeros habitantes de un país o de quienes se encontraban en él cuando se produjo la conquista o colonización, el número de indígenas peruanos termina superando al de Ecuador o Bolivia.

Genera también confusión el término campesino, usado frecuentemente para referirse a quienes en los países vecinos son denominados indígenas. En realidad, se trata de dos conceptos diferentes: campesino alude a una actividad e indígena a una ascendencia étnica. Pueden existir campesinos que no son indígenas (como fue el caso antaño de muchos inmigrantes japoneses y chinos) e indígenas que no son campesinos, porque se dedican a otra actividad. Una persona puede dejar de ser o volverse campesino, pero no puede dejar de ser indígena ni convertirse en uno, aunque lo deseara.

Después de esta explicación, nos damos cuenta que, en varios departamentos andinos, la mayoría de los habitantes son indígenas. También lo son muchos habitantes de San Juan de Lurigancho y del entorno de la Carretera Central, numerosos heladeros, taxistas, trabajadoras del hogar y muchos lustradores de zapatos que llegan a Lima durante el verano. Con el paso del tiempo, cada vez existen más indígenas en las universidades limeñas, las ONGs o el Congreso.

Podría decirse, con algún entusiasmo, que uno de los grandes fenómenos sociales del siglo XX ha sido el ascenso social y educativo de muchos indígenas, pero la paradoja es que ni abogados, diplomáticos o generales se reconocen como indígenas... como tampoco varios de mis amigos y conocidos que tienen esa ascendencia.

En realidad, la percepción sobre lo indígena sigue manteniendo una carga peyorativa. Curiosamente, muchos de quienes ensalzan las obras de los antiguos peruanos (por ejemplo, promoviendo que Macchu Picchu sea considerado parte de las nuevas Siete Maravillas del Mundo), sienten un total desprecio hacia los actuales indígenas.

Mientras este menosprecio persista, difícilmente se expresará con libertad una identidad indígena: por eso, muchos de quienes migraban a las ciudades intentaban ocultar su identidad, desde el idioma hasta la vestimenta. Este proceso, sin embargo, no logró erradicar el racismo, desde la discoteca hasta la selección de empleo. En otros países, en cambio, los nuevos sectores medios y profesionales indígenas mantenían su identidad y su mayor cohesión les ha permitido enfrentar mejor el racismo.

Algunos temen que una reafirmación de la identidad indígena genere una división entre los peruanos o inclusive el desarrollo de actitudes racistas. Sin embargo, los habitantes de un país pueden asumir diversas identidades, como ocurre con muchos peruanos descendientes de europeos y asiáticos.

De otro lado, esta ausencia de identidad beneficia a algunos grupos económicos: si los indígenas que viven en zonas rurales aceptaran que lo son, podrían invocar en su favor el Convenio 169, que les reconoce el derecho de decidir sobre su propio desarrollo y ser consultados sobre las actividades extractivas que pueden afectarles.

Si el racismo disminuyera, ¿se reafirmarían los indígenas en su identidad o buscarían mas bien la oportunidad de asimilarse? ¿Podrán los indígenas peruanos encontrar una manera actualizada de vivir su identidad sin restringirse a revivir prácticas ancestrales? ¿Podremos aprender a usar la palabra indígena con la misma naturalidad que Bruning lo hacía, sin pensar que estamos insultando a alguien?


Además...

-Hablando de indígenas, se ha presentado en el Congreso el Proyecto 1032 para garantizar que no se realicen actividades extractivas en las zonas reservadas donde viven indígenas en situación de aislamiento o contacto inicial.

-Los Policías de Carreteras de Apurímac parecen tener serios problemas de visión: ante sus ojos pasan varios vehículos llevando hasta seis personas apiñadas en la maletera.

-Felicitamos a Scotiabank por haber eliminado el requisito de fotografía reciente de sus convocatorias de empleos.

-Respecto a la RP 136 sobre los accidentes de tránsito, nos llegó el siguiente comentario, que vale la pena compartir:
La Ministra de Transportes al parecer no tiene tiempo suficiente para implementar las medidas que reducirían los accidentes de carreteras, que son de su entera responsabilidad, porque está dedicada a liderar la reforma del Estado. Alan García señala que los funcionarios estatales serán evaluados en cumplimiento de metas concretas, pero en el caso de Transportes, una de las metas centrales debía ser la reducción de los accidentes.
Además, la probabilidad de accidentes en carreteras se eleva cuando alrededor de las carreteras empiezan a construirse viviendas. Ayer pasé por Pucusana y observe un nuevo asentamiento (las famosas “invasiones”) justo después de la garita de control, con el agravante de que los autos que vienen desde Lima tendrán muy poca visibilidad, porque existe una curva. En muchos países se establecen restricciones a la construcción de casas cerca de las carreteras, hasta de dos kilómetros. Esto evitaría la necesidad de asignar recursos a la construcción de puentes peatonales, y elevaría la calidad de vida y la seguridad de las personas.

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