97 NUEVO GOBIERNO, VIEJOS (Y MAYORES) RETOS
Wilfredo Ardito Vega
El domingo, cuando se confirmaron los primeros resultados electorales, me di cuenta que no tenía a nadie a quién felicitar. Todas las personas de mi entorno cercano viciaron su voto (la gran mayoría), votaron por Ollanta Humala (algunos, aunque cada vez hay más que van confesando), o si se decidieron a votar por Alan García (muy pocos) lo hicieron resignados y sin entusiasmo, sólo para evitar que Humala ganara.
Al mismo tiempo, claro, habrá otras personas que no conocen a nadie que haya votado por Humala y les desconcierta la marcada preferencia por él en la sierra, la selva y el sur del Perú. Sin embargo, lo más destacable, a mi modo de ver, es que en estos departamentos no primó el “voto por el mal menor”, tan común en las segundas vueltas peruanas: Humala ya había ganado allí el 9 de abril y abrumadoramente: todos los congresistas de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac son de UPP.
De hecho, muchas calamidades asociadas al primer gobierno de García, son pesadillas urbanas poco familiares a los campesinos: nunca supieron qué era el dólar MUC, no tienen todavía luz eléctrica como para extrañar los apagones y ya les habría gustado colocarse en alguna cola para conseguir los comestibles de los que normalmente carecen. Lo que generó el respaldo para Ollanta Humala fue que encontraron en él la esperanza que su vida podría mejorar frente a la exclusión que padecen.
A quienes siguen creyendo que los votantes de Humala están conducidos por el odio o el resentimiento, conviene señalar que es muy positivo que los habitantes de los departamentos “humalistas” hayan respaldado una alternativa que se presentó dentro del sistema democrático. Aunque a veces no queramos darnos cuenta, la violencia subversiva se encarnó en un contexto de pobreza y exclusión. Si estos problemas no se enfrentan, la violencia siempre puede resurgir, esta vez con un elemento de identidad regional y étnica que no existía hace unos años y que, en principio, no debería ser percibida como peligrosa o preocupante por sí misma.
Ante este panorama, es fundamental que el gobierno de Alan García haga todo lo posible para enfrentar las demandas de esa población. Es decir, paradójicamente, atender más los lugares donde no ganó. Sin embargo, desarrollar políticas sociales puede afectar los intereses de los poderes fácticos existentes en nuestro país. Por ejemplo, para obtener recursos para inversión social, sería necesaria una mayor presión tributaria... ¿será justo entonces que algunas empresas mantengan cómodos convenios de estabilidad?
Los poderes fácticos no apoyaron a García con sus recursos y sus medios de comunicación para verlo renegociar contratos, revisar el TLC o dar normas en favor de los trabajadores. Esperan mas bien que él se convierta en su nuevo hombre de confianza, siguiendo el camino de Fujimori o Toledo (eso es lo que está detrás de la frase “mantener la confianza de los inversionistas”). Pero favorecer marcadamente a los sectores empresariales, puede terminar fortaleciendo a UPP como fuerza de oposición, tomando en cuenta, además, que este partido seguramente conseguirá controlar numerosos gobiernos regionales y locales en las elecciones de noviembre.
Es posible que algunos conflictos sociales que aquejaron al régimen de Toledo se acrecienten en los próximos años. Por ejemplo, varios alcaldes apristas como el de Huancayo, han pretendido privatizar los servicios de agua generando fuerte rechazo de la población. En el tema medioambiental es preocupante la cercanía de varios dirigentes apristas con empresas mineras controvertidas, como el caso de Majaz en Huancabamba. ¿Cuál será la reacción del régimen en los numerosos conflictos existentes entre empresas mineras y comunidades?
Una preocupación cercana es la posible reacción frente a las movilizaciones populares. Durante el primer gobierno de Alan García la represión policial era sumamente violenta. El 9 de febrero de 1989, por ejemplo, decenas de campesinos desarmados fueron asesinados por la policía en la Plaza de Armas de Pucallpa. Durante esos años, hechos similares se produjeron en otros lugares del país. Algunos dirigentes campesinos temen también la reactivación de grupos paramilitares.
Volviendo a Humala, a mediano plazo se podrá apreciar si el proyecto nacionalista logra consolidarse o es sólo una agrupación de oportunistas sin mayor ideología, como Perú Posible. En caso se dé el primer caso, es posible que atraiga a muchas personas que conozco y que no votaron por él, no por considerarlo demasiado radical respecto al TLC o los recursos naturales, sino todo lo contrario, porque no creían que fuera a cumplir sus planteamientos (me disculpan los demás lectores, pero así son muchos amigos míos).
Terminando este texto, por fin un amigo me escribe desde Europa diciendo que va a volver al Perú, porque espera insertarse en el nuevo gobierno. Al menos, en este ambiente de incertidumbre, es satisfactorio tener a quién felicitar.
Además...
-La discoteca Café del Mar, cuyas prácticas racistas generaron el último plantón del grupo Basta de Racismo, fue multada por Indecopi con 125,000 soles.
-En el Día del Medio Ambiente, felicitamos a la Universidad del Pacífico porque en sus instalaciones no se venden cigarrillos, pero lamentamos la prórroga del Programa de Adecuación y Manejo Ambiental a la empresa Doe Run. La salud de los niños de La Oroya le importa muy poco al régimen que termina.
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